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Jungkook no podía dormir. El vacío en su pecho no lo dejaba. Él podía soportar cualquier cosa, todo lo que no haría por su bebé.

Pero el solo recuerdo de su hijo pidiéndole que se fuera, de su hijo escuchando todo lo que hizo... Jungkook no creía haber sufrido tanto como hoy. Se sentía cansado, sin fuerzas para seguir luchando por su familia... una familia que ni siquiera merecía.

Tal vez Yugyeom tenía razón y ellos estarían mejor sin él.

Alguien llamó a la puerta.

El pelinegro estaba funcionando en piloto automático. No estaba consciente de su alrededor. Caminó a la entrada de su casa y abrió la puerta.

Unos brazos rodearon su espalda y una cabeza castaña se asentó en su pecho.

Taehyung lo estaba abrazando.

Jungkook tardó un poco en reaccionar, más cuando lo hizo rodeó al contrario en un abrazo aún más fuerte. No supo cuando sus lágrimas salieron, solo sentía su pecho quemar.

El menor se separó de él para limpiar sus lágrimas. Cerró la puerta y lo guió hasta la sala.

—Kook... Kook lo siento mucho. Yugyeom no debió decir eso, nada es cierto. Tú nos haces felices, mi amor. Woozi es más feliz desde que te conoce...

—Está bien, Tae... yo entiendo que quieras protegerme aunque no me lo merezca. Pero también debo aceptar mis errores y reconocer que tal vez es verdad y yo les hago más bien estando lejos.

—No, Kook. No digas eso, por favor. No alejes a Woozi ahora que está aprendiendo a quererte, no me alejes a mí también...

—Tú estás con Yoongi, Tae. De verdad espero que seas muy feliz con él. No te miento, es lo que más quiero, que vivas plenamente siempre.

—¿De qué estás hablando? Yoongi y yo terminamos lo que teníamos antes de que empezara siquiera. No podía engañarnos, Jungkook. Siempre supe que volvería a ti, aunque no era lo que quería en un principio.

—No me hagas esto. Yo sé que me he portado muy mal contigo, pero no me des esperanzas... no podría soportarlo.

El menor tomó el rostro del pelinegro entre sus manos, haciéndole alzar la mirada hacia la suya. Esos ojos tan tiernos que tanto amó y seguía amando, lo miraban con miedo, con tantas lágrimas que era difícil saber qué era lo que siquiera sentía.

—Siempre has sido tú, Kook. El día que Yoongi estuvo aquí hablamos, decidimos dejar lo que sea que estuviese pasando porque yo ya te había escogido a ti. Sé que no hemos hablado mucho, pero pensé que necesitabas espacio para procesar todo lo que estaba pasando. Yo sé que quiero estar contigo y sé también que ahora lo único que importa es nuestro bebé. Pero quiero que seamos una familia, Jungkook. Mi hijo es feliz, quiero serlo contigo también. Y no creas que te digo todo esto porque te sientes mal, te lo digo porque así lo siento. Podemos trabajar ambos en Woozi. Hacerle ver que su familia está bien. Ya no quiero verte así, Kook. No quiero vernos así.

Jungkook seguía llorando, procesaba todo lo que le era dicho. Él no quería más que a su familia. No se sentía digno pero tampoco quería renunciar a ser feliz con ellos. Esperaba verdaderamente que su hijo pudiera perdonarlo. El podía cargar la culpa de todos, pero no las dos personas que amaban. Ellas no merecían sufrir.

—Tae, te amo. Te he amado siempre y de corazón te pido perdón por hacerte dudar de ello y por yo mismo haber dudado de lo nuestro y haberlo arruinado.

—Te perdono, Jungkookie. Lo hice hace mucho. Quiero empezar con el pie derecho esta vez. Por favor, hagamos las cosas bien.

—Te lo prometo, mi amor... gracias por no alejarme... te prometo que todo va a mejorar para nosotros.

—Yo sé, te creo. Y también te amo, te amo como no tienes una idea, Jungkook.

El pelinegro sonrió entre lágrimas y se acercó al rostro del menor. Dejó un beso en sus labios y un último en su frente.

—¿Mi bebé está bien?

—Está arrepentido... yo sé que te quiere y lamenta lo que te dijo, pero puedes hablar con él mañana.

—Tae... mañana tengo que ir a Seúl...

—Oh, es cierto. No lo recordaba.

—Te prometo que vendré lo más pronto posible, ojalá que Woozi se tranquilice mientras tanto.

—Ten por seguro que lo hará... y quiero aclararte algo, ahora que estamos hablando de ello. Quiero que sepas que no existe nadie en quien confíe más con nuestro hijo que en su propio padre. Discúlpame si te hice sentir lo contrario. Me da miedo que mi bebé salga de mis brazos, de Busan. Siempre ha estado aquí, pero supongo que tiene que conocer más, yo confío en ti para enseñarle el mundo que aún no conoce.

—Los amo tanto, de verdad que todo va a cambiar. No voy a prometerte nada, voy a dejar que mis acciones hablen por mí.

—Te creo... ¿Quieres dormir un poco? Tienes que descansar para tu viaje mañana.

—No hay nada que quiera más en este momento. ¿Me acompañas?

—Siempre.

No quiero el divorcio | KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora