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Pay de fresa

Cuando Taehyung despertó envuelto en unos fuertes brazos por la mañana, dudó en haber tenido tal tipo de felicidad en los últimos años de su vida.

Jungkook seguía dormido, aún era temprano y le quedaban dos horas para llegar al aeropuerto. Decidido a prepararle algo para desayunar, el menor se levantó de la cama y se encaminó  a la cocina.

Le dolía un poco la cabeza, suponía que la causa era el incesable llanto de la noche anterior, lo que lo hizo recordar a su pequeño bebé. Woozi lloró hasta quedarse dormido, él conocía a su niño, sabía que no había dicho esas palabras hirientes hacia Jungkook porque así lo sintiera. Tal vez el pequeño se arrepintió en cuanto las palabras abandonaron sus labios, pero qué podía hacer. Sabía también que Jungkook lo entendía, a pesar de que aquello realmente lo hubiera lastimado.

Vio tiempo suficiente para hacerle un desayuno adecuado al mayor, lo que aprovechó para cocinarle como forma de intentar redimir la culpa que sentía dentro de su pecho.

Cuando Jungkook despertó, creyó fielmente haber vivido otro de sus sueños tan realistas en los que Taehyung estaba con él. Al encontrarse solo, no pudo evitar recordar el día anterior, su ánimo bajando considerablemente al pensar en su hijo. Caminó desganado hacia la cocina para prepararse un café e intentar ver a su familia antes de irse, no quería dejarlos así.

Sorpresa era una palabra demasiado vana para describir lo que sintió al ver a quien fue su esposo por casi tres años sirviendo un desayuno digno de un restaurante Michelín. Se acercó lentamente, los recuerdos llegando poco a poco a su cabeza. Taehyung aceptándolo, durmiendo abrazado a él.

Jungkook realmente no quería volar.

Rodeó temerosamente el cuerpo del menor con sus brazos, sobresaltándolo.

Taehyung se dio la vuelta, enredando sus brazos en el cuello del mayor, y poniéndose de puntillas, besó al contrario, sintiendo de inmediato las descargas eléctricas a través de su piel, como si su cuerpo y su vida estuvieran conectándose a un cargador y llenando de sentido sus días nuevamente.
Se tomó su tiempo para besarlo como quiso, lentamente y luego con más ansias, buscando llenar el vacío de estos seis años sin sentir sus labios.

El menor no se quedó atrás, la emoción ganándole y recordándole la vida que quería, que tuvo, que anhelaba nuevamente. Soltó un gemido cuando el mayor mordió su labio inferior, alentándolo a seguir a más, aunque bien sabía que lo mejor era esperar. Más tarde que pronto, se separó del pelinegro, acariciando su rostro y limpiándole a ambos las lágrimas que habían derramado tras el encuentro de sus bocas después de tanto.

Y es que Jungkook lo había besado la noche anterior, lo recuerda bien, tenía ese recuerdo consigo mismo desde que despertó. Más sabe que ese beso fue casto, de agradecimiento y amor por haber ido hacia él.

Este no. Este era Jungkook besándolo como sabía que le gustaba. Invitándolo a continuar todo el camino.

Taehyung era débil.

Guiándolo de la mano, lo sentó para que desayunara, a lo que el mayor se dejó hacer a gusto suyo.

Comieron en silencio, ninguno sabiendo externar bien lo mucho que habían anhelado este momento.

—Tae, ¿crees que sea posible ver a Woozi antes de irme?

—Oh, bebé, estoy seguro de que sí. Te llevo al aeropuerto, podemos pasar por Woozi de camino.

—Gracias —suspiró el mayor— en verdad no quería irme sin verlos. Aunque, de hecho, ahora no quiero irme en absoluto —sonrió.

El menor se sonrojó aunque le sonrió coquetamente después.

Ambos terminaron su desayuno y después de tomar el equipaje de Jungkook, se encaminaron a casa del menor, llevando tiempo de sobra para recoger a su hijo y llevarlo a un lugar para que pudieran pasar un último tiempo juntos antes de que el mayor tuviera que partir.

No tardaron mucho en llegar a la casa de Taehyung, se encaminaron en silencio a la habitación de su hijo, alarmándose cuando no lo vieron dormido en su cama. Taehyung medio caminó, medio corrió hacia su habitación, suspirando de alivio al verlo dormido abrazando su almohada.

Caminó hacia la cama, dejándose caer suavemente al lado de su pequeño, tocando ligeramente su cabello, buscando despertarlo de una forma no muy brusca.

El pequeño se despertó lentamente, recobrando la conciencia después de unos segundos, e ignorando que su otro padre se encontraba viéndolo atentamente en la habitación, se soltó a llorar abrazando al castaño.

—Papi, papi, llévame con mi papá Kook, no quiero que se vaya otra vez por lo que le dije, yo no quería ser malo papi, por favor —el pequeño lloraba inconsolable, sacándole lágrimas a sus dos padres de igual manera— yo quiero mucho a mi papá Kook, no quiero que piense que soy un niño malo y ya no me quiera, lo siento mucho papá—.

El pelinegro avanzó hacia donde se encontraba su hijo y lo envolvió en un abrazo, provocando que el menor se sobresaltara ante la repentina acción.

El menor volteó a verlo como si fuera una aparición, no creyendo que en realidad su padre estuviera ahí para verlo y abrazarlo así, aún después de lo que hizo y de cómo se había comportado.

—Te amo mucho, bebé. Sabes que jamás me molestaría conmigo, yo sé que te puso triste lo que escuchaste, no tienes la culpa de nada, yo te sigo queriendo igual que antes, mucho más incluso—.

—¡Papá! No te fuiste —sollozó el menor mientras se aferraba al pelinegro —Por favor perdóname papá, no quiero que te vayas nunca más, quiero que te quedes conmigo y con mi papi Tae para siempre—.

—Así será bebé, te lo prometo. Pero sabes que tengo que salir hoy y te juro que haré lo posible para no tardar y volver con ustedes cuanto antes —besó la mejilla del menor —Ahora cámbiate, vamos a ir a que desayunes algo antes de irme ¿si? —.

—Sí, papá —el menor asintió aún con los ojos humedecidos por las lágrimas —Pero no te vas porque ayer fui mal hijo ¿verdad? — más lágrimas se asomaron por sus ojos.

—Oh, mi bebé —El mayor de todos abrazó a su hijo, y al doncel que lloraba silenciosamente al lado suyo — Yo jamás podría dejarte. Me duele el corazón cuando no te veo, te prometo que regresaré pronto, y la siguiente vez que tenga que viajar los llevaré conmigo.

—Okay, papá, te creo —sonrió el menor —vamos, vamos a desayunar, ¡voy a comprarte un pay de fresa! El señor Min nos ha pagado esta semana y tengo mis ahorros... —El menor abrazó de nuevo al pelinegro —¿Si te gusta el pay de fresa, papá?—.

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⏰ Última actualización: May 31 ⏰

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No quiero el divorcio | KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora