12. DANCING DEITY

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12. DANCING DEITY

Terra Black, por un tiempo, había formado parte de la franquicia de propiedades que la familia Bak solía poseer y administrar

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Terra Black, por un tiempo, había formado parte de la franquicia de propiedades que la familia Bak solía poseer y administrar. Ubicado a minutos del apartamento de Cleo, el club contaba con una extensión de casi cien metros cuadrados, con balcones, pista de baile, barra, y pequeños sectores VIP para sentarse a beber algo.

Su apariencia exuberante, repleto de luces neón con matices azules y gigantescas letras remarcando su nombre de forma llamativa en la entrada, siempre habían acompañado a la certera verdad que todos sabían: allí no ingresaba cualquier persona.
En el rango del elitismo y todo ese ambiente en el cual se manejaban, era necesario y se podría decir que -casi- un requisito, pertenecer a una familia que cuente con una buena y elevada posición social-económica. En su mayoría, los que frecuentaban el lugar no eran nada más ni nada menos que estudiantes de la misma universidad privada a la cual Cleo y sus amigos asistían. Y para ellos, el ingreso era básicamente libre.
El señor y la señora Bak habían decidido ceder a alguien más la tenencia del inmueble, puesto que ya contaban con demasiadas propiedades y asuntos de los cuales encargarse, y ahora solo eran garantes de un porcentaje de lo que se facturaba allí. Aunque, a decir verdad, si para muchos eso significaba una cifra altísima de dinero, para la familia Bak era como recibir un vuelto de la compra de dulces en un supermercado.

Todos lo sabían, cosas de gente adinerada.

El fornido y musculoso guardia de seguridad que se ubicaba en la entrada del sitio ni siquiera se inmutó ante la presencia de las cuatro jóvenes ingresando deliberadamente. Lo hacían como si el lugar les perteneciera, y en parte, así era.

En cuanto atravesaron el pequeño pasillo que las dirigía al piso superior del club, ese típico ambiente de fiesta las envolvió bruscamente. El olor a alcohol, cigarro, y ese humo blanco que arrojaban al ritmo de la música, se impregnó con intensidad en sus fosas nasales. Por todo el lugar, sea cual sea la canción sonando en éstos momentos, retumbaba fuertemente, provocando que sus pechos vibren a ritmo de su agresiva melodía. Las luces de colores se movían de aquí para allá, sin embargo, una luz azul neón permanecía fija sobre todo el lugar, provocando que el ambiente se tiña de dicho tono, no lo suficientemente intensa como para obstruir la vista, pero tampoco tan débil como para no divisar nada.

—Oh, hola...

Seulgi, Cleo, Karina y Wendy se voltearon ante la repentina presencia de una -muy- familiar voz, encontrándose con la mismísima Im Nayeon observándolas con una evidente sorpresa surcando su semblante.

—N-no tenía idea de que vendrían. —soltó, ladeando levemente la cabeza. En su mano derecha, el contenido dentro de una copa de cristal se balanceaba de aquí para allá.

Wendy alzó una ceja. —Lo mismo digo, pensamos que tenías planes con Jimin.

Y a pesar de estár rodeadas de todo tipo de sonidos, el silencio que se perpetró luego de squello fue sumamente notable. Todas miraban a la castaña, esperando, de alguna manera, una respuesta que solvente esa repentina duda que había surgido segundos atrás. Y ésta, por su parte, parecía querer responder, pero cuando sus labios se abrían con la intención de decir algo, las palabras no salían, convirtiéndose en un absurdo balbuceo.

I COME BACK ━━btsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora