22. THE THINGS THAT CANNOT BE SAID

146 12 22
                                    






22. THE THINGS THAT CANNOT BE SAID























⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀—¿Por qué actúas así? Sabes... no es un delito que nos vean juntos. Podemos tomar un simple café como personas normales, Seulgi.

El tono obvio que Jeon Jungkook empleó con aquellas palabras fue suficiente como para que la nombrada corra la vista hacia el ventanal de la cafetería en la cual se encontraban, acompañando el gesto con un viramiento de ojos repletos de hastío. Sus brazos se mantenían enganchados por encima de su pecho, mostrándose cerrada ante cualquier interacción. Se veía un tanto molesta.

—¿He venido hasta aquí para escucharte hablar tonterías? —inquirió ofuscada, más aún manteniendo un volumen bajo y calmo de voz. Le miró nuevamente, la expresión neutra del joven frente a ella. —Porque de ser así no le encuentro motivo a éste encuentro.

Una media sonrisa se escabulló en el semblante del pelinegro. Le gustaba fastidiar a Seulgi de vez en cuando. Claramente, de una manera amigable. —Oye, desde cuándo te has vuelto tan fría conmigo.

La chica permaneció observándole. Lo cierto es que le molestaba que él pueda llegar a hacerle una pregunta cómo ésta. Es decir, la razón era casi obvia.
Y mentiría si dijera que no extrañaba a Jungkook como un amigo más después de todo. Siempre le había agradado y parecido una persona muy leal y transparente. Sin embargo, hace aproximadamente un año atrás las cosas cambiaron completamente. Todo, a decir verdad. Un giro brusco e inesperado.

Largó un suspiro largo y exhaustivo. —¿Qué quieres, Jungkook?

Él presionó sus labios, no satisfecho ante la carencia de respuestas por parte de la castaña. —No respondiste mi pregunta.

Aquello para Seulgi fue suficiente como para tomar su café, su bolso, y colocarse de pie con todas las intenciones colocadas en marcharse de allí. No obstante, sus movimientos fueron irrumpidos por la desesperación en la voz del contrario.

—¡Oye, oye, espera! —pidió atropelladamente, alzando ambos brazos y parándose también de su asiento. —Espera... lo siento.

Seulgi le analizó lentamente con la mirada. Ese aura de confianza y seguridad que había irradiado Jeon apenas llegó, ahora se esfumaba a medida que la duda y desconcierto crecían notablemente en sus orbes que resultaban ser tan oscuros como la mismísima brea. Su atención había sido captada instantáneamente. Algo genuino crepitaba de ese semblante afligido que ahora se apoderaba del rostro del chico.
Decidió, entonces, tomar nuevamente asiento. Aún así, sus brazos se volvieron a cruzar sobre su pecho, no del todo convencida.

—Yo... lo siento. —volvió a repetir él, una vez que imitó el movimiento de la chica.

—Deja de disculparte. —musitó ella, bajando la mirada. Tampoco sentía que Jeon le debía algo. Ahora experimentaba un poco de lástima por él, si debía ser honesta.

El pelinegro jugó con el borde del vaso de café, sin siquiera mirarla. —Había notado que algo en tu trato hacia mí cambió. Solíamos ser bastante cercanos antes. —habló por lo bajo, sin cambiar de posición. A Seulgi, aquella imagen se le asimiló a la de un niño que acababa de ser regañado. —Me había extrañado eso... no lo sé.

Ella mordió el interior de sus mejillas, a sabiendas de que, muy a pesar de esa especie de indignación que cargaba consigo, él merecía -al menos- una explicación digna. Infló su pecho, decidida a hablar. Algo le dijo que se iba a arrepentir de ésto. —Te acostaste con Karina.

I COME BACK ━━btsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora