El legado de los Amery (Sirius Black y tu)

41. Nuestra primera vez (+18)

Después de lo sucedido en el sauce, los chicos estaban molestos con Sirius. Remus fue el primero en echarle en cara como se le pudo pasar por la cabeza invitar a Snape a una carnicería en la Casa de los Gritos.

Por ello, dejaron un poco de lado a Sirius, para que recapacitase y pensase en lo que casi provoca. Y lo peor de todo era que ahora siempre estarían entre la espada y la pared con Snape.

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Otra vez Peeves volvía a perseguirme mientras lanzaba indirectas. No resultaba fácil librarse de un pottergeist que podía atravesar paredes. Por ello, cuando me metí en aquel cuarto y Peeves no me siguió, realmente llegue a pensar  que se había cansado o que me había metido en un mal sitio.

Parecía un aula en desuso. Las sombras de sillas y pupitres amontonados contra las paredes, una papelera invertida y apoyada contra la pared de enfrente... Había un espejo alto hasta el techo, con un marco dorado muy trabajado, apoyado en unos soportes que eran como garras.

No fue el espejo lo que llamó mi atención, sino la persona que estaba sentada enfrente de él.

- ¿Qué haces aquí?

Sirius levantó su mirada hacia mi. Su ojos negros estaban brillantes, como si hubiese estado llorando.

- Necesitaba aislarme – respondió desperezándose

- ¿Qué es?

- El Espejo de Oesed – dijo levantándose del suelo mientras sacudía el polvo de sus pantalones - Muestra lo que más desea cuando te miras en él.

- ¿Qué ves en el espejo?

Sirius guardó silencio y suspiró antes de contestar.

- A mis dos familias, a la de sangre y a la de sentimiento, juntas sin importar el status de sangre – dijo con aparente tristeza al estar viendo algo que jamás se iba a cumplir - ¿y tú? – dijo apartando la mirada del espejo y mirándome

En el espejo me veía a mí de adulta junto a mis padres y mis hermanas, juntos y felices, sin importar el poder de cada uno ni la personalidad.

- Me veo con mi familia, felices y vivos – dije. No le había mentido, aunque había obviado ciertas partes – Ahora en serio, ¿qué haces aquí? – pregunté

- Hice algo malo y los chicos me están castigando con la soledad – dijo dramáticamente

- Eres un exagerado – dije caminando hacia la salida

- Espera – dijo – Estoy aburrido. Déjame mostrarte algo

Con curiosidad, dejé que Sirius me guiase. Tras muchos escalones, llegamos a la Torre de Astronomía, donde se podía observar el cielo nocturno lleno de estrellas. Como sabia que la familia de Sirius guardaba relación con las estrellas, pedirle que me hablase sobre ellas, era acertar seguro.

- Y esa es la constelación de... - Sirius me explicaba las distintas constelaciones que esa noche había, muy entusiasmado

- Sabes, nunca me imaginé que podrías saber tanto sobre esto

- Eso es porque no me conoces - dijo mirando el cielo estrellado mientras una sonrisa asomaba en su rostro

- Y dime, hay alguien en el mundo que te conozca del todo? - sabía que Sirius me iba a responder James así que me apresure en terminar la frase - y me refiero a toda tu historia personal

Sirius cerró la boca pensativo pues se dio cuenta de que ni siquiera James conocía todo acerca de él. Había muchas cosas que no le había contado: unas por vergüenza, otras porque prefería olvidarlas y otras por orgullo.