Capítulo 1

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Miraba la gran ciudad desde el ventanal de mí oficina, con un café amargo en mano y un cigarrillo en la otra. No soy de fumar, pero cada vez que se acerca una reunión sea importante o no, es lo único que calma mis nervios. Las luces deslumbraban por todo el exterior, me encanta cómo se ve desde aquí.

No me pongo de mal humor cuando tengo que reunirme con gente ya que se me hizo costumbre desde hace años. No soy tan vieja aquí, mí padre me heredó la empresa cuando falleció hace unos cuantos meses, aunque vengo a Lany's Markett desde mis cinco años. Raúl siempre quiso que estudiara administración de empresas, creo que lo tuvo planeado incluso antes de que naciera.

A los pocos minutos apagué el cigarro y oí un golpe en la gran puerta de madera maciza. Con un simple pase escuché como esta se abría mientras la figura de mi asistente, Sally, se hace presente. Su rostro está levemente fruncido por la fuerza que hace para poder terminar de abrirla, acto que me causa cierta gracia.

— Señorita Beddell, los señores la esperan— habla entrecortado algo agitada mientras ojea los papeles que se encuentras en su mano derecha. Estos están algo arrugados, supongo que los carga desde hace varios minutos.

— ¿Cuántos son?— pregunto agarrando las carpetas que necesito mientras veo la hora en mi reloj.

— Cinco, dos mujeres y tres hombres. Poco después llegarán más porque los demás están en otra reunión— asiento.

— Dile a Jackson que por favor hable con Marley y traiga unos cafés, amargo para mí. También azúcar— respondo caminando hacia donde ella se encuentra.

— Sí, señorita— sostiene las hojas bajo su brazo sin inmutarse.

— Gracias, y por favor no estés tan rígida.

Paso por su lado y le ofrezco una pequeña sonrisa, la cual ella devuelve con amabilidad. Mi asistente es la antigua de mi padre. Ellos se llevaban bastante bien, y para poner como ejemplo la edad de Sally parecían abuelo y nieta. Es la única que me entiende a la perfección, aunque tanto ella como los demás conformaban el team de los que no sabían qué sucedía fuera de la empresa, en la oscura privacidad de lo que todos llaman hogar.

 El pantalón ajustado tiraba un poco cuando alargaba los pasos para llegar más rápido, no tengo curvas que se puedan percibir a distancia, soy bastante recta y esa siempre ha sido una complejidad.

Realmente me siento insegura por eso, al ver todas las mujeres que tienen hermosos cuerpos, pero jamás se lo diré a nadie.

 Al llegar a la puerta, ajusto mi traje y reviso que tenga todo para no tener que salir ni mandar a nadie por ello, soy bastante histérica con que toquen mis cosas. De mi pantalón saco una pastilla y la tomo, agarrando el vaso de cristal con agua que hay al lado de la puerta. En cada una de estas se encuentra uno siempre lleno de agua con gas.

 Suspiro y la abro con cuidado, percatándome de que esté todo en su lugar y mi silla libre de personas. La mía es la de la punta de la mesa, no me gusta sentarme a los lados en lo absoluto, no tengo una vista panorámica de todos los movimientos que hacen los socios y realmente me desespera.

— Buenos días.

— Buenos días, señorita Beddell— saludan a la misma vez mientras me regalan una sonrisa forzada.

Aquí todo es forzado, no vas a encontrar a alguien sincero.

— Bien, comencemos con esto porque no tengo todo el día— ajusto mi garganta y acomodo todo como me gusta sobre la gran mesa. Doy un pequeño golpe antes de comenzar a hablar—. Quiero el setenta porciento para mí, quedándose ustedes con el treinta porciento, ni más ni menos. Mí empresa ha tenido mejores subidas que las suyas, y ustedes han tenido un bache en el camino que los ha hecho perder varios socios— todos se quedan en silencio, algo impactados.

Lany y sus diez demonios ✓ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora