Pensar, imaginar, proyectar y deducir. He estado haciendo eso inconscientemente mientras estoy bajo sedantes en una camilla de hospital. No es uno famoso, no quería encontrarme con nadie, y menos con ellos.
Tenía mucho ya, Massimo a mi adolescencia mientras estaba con Michel, desde mis putos nueve años. Padres amigos que querían que estuviéramos juntos a toda costa, cosa que niño mimado de papi obviamente iba a cumplir implicase atarme y casarme a la fuerza.
A mi padre tampoco le importó que Massimo me violara estando con el hijo de su mejor amigo, porque el padre de Michel lo sabía, hasta mi ex prometido estaba enterado del infierno en el que vivía, y ninguno hizo nada.
¿Por qué? Porque el dinero tapa todo, y a una mujer jamás le creerían nada. No tenemos palabra, no tenemos pruebas, no somos nada. Las mujeres no somos más que un pedazo de tetas, un culo y un objeto manejable para los hombres.
No es tan difícil de deducir eso cuando vivías rodeada de tanta mierda. De tanto machismo que asfixiaba, del dolor de saber que a nadie le importabas, porque nadie te tenía en cuenta nada más que para coger y satisfacerse a sí mismo, porque el hombre solo piensa en su satisfacción, en su ambición y su forma de hacer todo para llegar al éxtasis.
Porque una mujer es un pedazo de polvo al lado de los machistas que hay en esta sociedad de corruptos. Y a la mierda las feministas, porque ya hablamos de otro extremo, aquí quiero igualdad, no feministas que a fines de cuenta son más machistas que los mismísimos hombres.
— Señorita Beddel, ¿necesita algo? ¿Agua? ¿Algo para comer?
— Sally, gracias por venir aunque hayas tenido complicaciones. No tenías que molestarte, estás embarazada— ella sonríe con un brillo peculiar en su mirada.
— No pasa nada, tenía que hacerme un chequeo y el hospital me queda a unas cuadras de este. No entiendo por qué viene a aquí cuando el seguro está en el otro hospital.
— No importa eso, lo que quiero es que descanses. Has estado muy llena de cosas, así que como jefa que soy tuya te ordeno que te relajes hasta que nazca el bebé— asiente no tan convencida cuando la señalo con el dedo—. Sabes que odio señalar, Sally.
— Lo sé, Lany. ¿Segura que estás bien?— musita mirando la pantalla de una de las máquinas. Mi brazo no lo siento, es por tanto sedante que corre por mi sistema. Veo la venda algo carmesí lo que indica que la herida no tan profunda se ha abierto y estoy comenzando a perder sangre por cuarta vez.
— ¡Llama al médico! ¡Me voy a desangrar si no llega!— ella se apura a presionar el botón rojo sobre mi cabeza—. No me voy a desangrar tan fácilmente, cariño, no te preocupes. Solo bromeaba. Es un roce, sí, algo profundo, pero si fuera que la bala estuviera dentro de mi cuerpo sería más peligroso.
— Ya lo sabía— sonrío viendo cómo me mira.
Ella se apresura igual a presionar el botón y en menos de cinco minutos ya tengo a un médico retirando las vendas manchadas con sangre y a otro poniéndole un medicamento líquido a un par nuevas. No tardan mucho en terminar.
La verdad es que creo que es una estupidez que luego de curarme la herida ya sana tenga que quedarme en estas cuatro paredes. No me gustan los hospitales, nunca me han agradado y nunca lo harán. Fue un maldito roce, si estuviésemos hablando de que la bala se incrustó en mi piel e hizo un agujero no estaría quejándome, pero solo lastimó la capa superficial y tal vez un poco de la dermis.
— Más tarde podrá irse, ¿segura de que no necesita ayuda para nada? No podemos permitir que maneje, y a la señorita no la vemos en condiciones de hacerlo por su futuro hijo.
— Ya me las arreglaré, tengo más gente a quien llamar, doctor. Puede estar tranquilo que la herida va a sanar perfectamente— al parecer el sedante para que no doliera estaba desapareciendo, porque un intenso dolor aparecía en mí brazo.
— Me alegra escuchar eso. No quiero que su herida esté expuesta al movimiento constante sabiendo que puede sangrar nuevamente. ¿Podría hacerme ese favor de no forzar el movimiento del brazo?
— Por supuesto, doctor. No será problema, puedo pedir un taxi para ir al trabajo y escribir no será una molestia— musito haciendo un gesto de dolor. Ya siento el pequeño movimiento del brazo por todo el cuerpo.
Es como si quemara, un dolor horriblemente punzante dentro de mi sistema incapaz de parar o disminuir. Es como cuando te sale una muela, es constante y mediado que mueves con tu lengua y soportas el dolor viene un alivio por un par de segundos hasta que el mismo dolor triplicado vuelve para estancarse en todo el cuerpo expandiendo su área.
— ¿Me escucha?— niego.
— No, lo siento.
— Aquí tiene una receta con medicamentos, alguien puede pasar a comprarlos por usted. ¿No es así?
— Claro— volteo a ver a Sally—. ¿Podrías decirle a Mel? Yo sé que ella entenderá.
— Enseguida— sale de la habitación y el médico lo hace detrás de ella.
Los minutos pasan y ya estoy yendo para un hotel. Había vuelto a la normalidad de vivir con ellos, o por lo menos por unos días, me quedé en lo de Nelson pero no iba a ir en busca de mi ropa. Prefiero comprar algo para pasar la noche he ir mañana a trabajar y listo. Puedo sobrevivir con eso unos días.
— Permítame unos minutos que debo de ir a buscar un papeleo y ya vuelvo con usted— asiento mirando a mi alrededor. No tengo más que hacer antes de que el doctor regrese.
Dos golpes a la puerta me intranquilizan y grito un adelante que se logra oír a la perfección. Esta se abre despacio dando a conocer quién es la persona del otro lado. Allí su rostro yace sonriente, satisfecho y dominante. Massimo me encontró, y estoy segura que viva no salgo.
...
Bueno, a la mierda todo.
Antes que nada, les diré que el próximo capítulo se viene fuerte, y no tanto como les gustaría.
Adiósss.
![](https://img.wattpad.com/cover/309954911-288-k642059.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Lany y sus diez demonios ✓ [EDITANDO]
Romance#1 [Primer libro] Lany es una mujer empoderada, alguien que nunca se ha dado por vencida en ningún sentido. Una mujer con los pantalones bien puestos, porque eso de las faldas no le va mucho. Ella es una mujer importante en el mundo empresarial, y m...