Capítulo 31

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Maratón 8/10

Klaren.

No me he encontrado bien últimamente. Hace cinco días que Lany se fue de casa de Jack y han sido los días más largos de mí existencia. Quiero volver a verla, hablarle, saber que está bien. No hemos tenido noticias de ella desde entonces, y eso hace que los nervios estén a flor de piel.

El lado positivo es que me he atrevido a hacer una cita anónima con ella para esta tarde, exactamente en una hora y cuarenta y siete minutos. Los tengo contados, estoy seguro de que no me espera en lo absoluto. A los muchachos tampoco les he dicho nada, pero todos incluyendo a Matt están locos por volverla a ver. 

Todos sabemos que ha continuado con su vida por lo que sube a redes sociales, pero más allá de eso es totalmente alterno a nosotros. No son más que publicaciones de su gato, cosas que hace a la mañana y rutinas que me sé de memoria. No soy un acosador, pero me había dado el lujo de escucharla atentamente cada vez que hablaba de sus cosas.

La hora pasa extremadamente veloz que ya estoy yendo hacia la mujer de recepción. Ella se encuentra mirando unos papeles de lo que parece ser una empresa o algo así. Lo supongo por el cello que hay en la esquina superior derecha.

— Buenos días— llamo su atención mientras que en un segundo los papeles se desploman por toda su área de trabajo—. Lo siento, déjeme ayudarla.

— No se preocupe, ¿necesita algo?

— No es problema, y sí, tengo una cita con la señorita Beddell— le ayudo a acomodar algún papelerío suelto que queda y me lo agradece.

— Piso nueve, sala de reunión tres.

>> Las primeras están al final del piso, las últimas al principio. Así lo decidió la señorita. También tenga en cuenta de que ella acaba de salir de una reunión y se toma dos minutos para tomar algo. Al lado del gran ventanal, en la sala de juntas encontrarás una mesa. Con solo levantar el teléfono estarás llamándome, hazlo si necesitas algo— asiento y agradeciéndole a la chica llamada Melody me voy hacia el ascensor.

Cosa que no había notado jamás es que Lany tiene contraseña en su propio elevador. Tiene un patrón para colocar y así se activa el elevador. Vaya tecnología que implementa la señorita.

Al llegar al noveno piso comienzo a avanzar mediante las puertas con números arriba van de forma decreciente. Comencé viendo la cincuenta, y ahora voy por la treinta y uno, treinta...

— No puede ser. ¡Klaren FischMey! Joder la suerte que me cargo hoy y aquí dentro— una mujer rubia se planta frente a mi bebiendo lo que supongo que es café.

— Eh, buenos días. ¿Puedo ayudarle en algo?

— La verdad que en muchas cosas, pero dándome lugar para esta tarde en un bar no me molestaría en lo absoluto— su sonrisa se ensancha.

— No, estoy ocupadísimo.

— Vamos, eres uno de los más hermosos dentro de tus diez hermanos, puedes hacerme un lugar en esa agenda— asiento con la cabeza en gesto de agradecimiento por lo de lindo.

— Debo irme, y vuelvo a repetir: No quiero. Tampoco tengo tiempo, pero más allá de eso no tengo ganas.

— Mi prima debe de tenerte ya harto— cambia de tema repentinamente—. Déjame decirte que es una pesada la mayoría de veces. Tú no te preocupes, cualquier cosa me dices y vengo a defenderte— frunzo el ceño. 

No se supone que su mismísima prima esté hablando indirectamente mal de ella—. Pero termíname de contestar, ¿salimos algún día?

— Déjame pensarlo, veo si te puedo poner en mi agenda. Ahora debo irme— no pone resistencia cuando paso por su lado.

Lany y sus diez demonios ✓ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora