Capítulo 14

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El entender que, luego de esta cena con los padres de los muchachos estábamos más cerca de lo que parecía me aterraba de alguna o otra manera. Con respecto a la cercanía de personas, nunca he conocido a tanta gente con la que me he llevado bien y no han dicho cosas a mis espaldas, o eso creo. Siempre he convivido con personas que juzgan más de lo que admiran o están lejos cuando es lo último que deberían de hacer.

La palabra "amistad" a algunas personas le queda demasiado grande.

Jack es la persona con la que tengo más conexión hasta ahora. De cualquier forma sabemos cómo entendernos y eso que pasó lo que dije, no nos vemos tan seguido aunque vivamos bajo el mismo techo. Él se va a las cuatro y media de la madrugada cada día, y vuelve a las diez de la noche mínimo. Tal vez una que otra tarde llega antes de lo esperado. Casi nunca cenamos juntos pero es divertido cuando voy a la empresa y la pasamos los once, o a veces incluimos a los señores FischMey.

Hace cuatro días pasó la cena en casa de los padres de los diez. Al final no nos quedamos ya que todos se habían ido y me daba algo de vergüenza abusar de la confianza. Jack al parecer lo entendió a la perfección y por más de repetirme mil veces que no debía de tomarle mucha importancia a eso terminamos yéndonos.

— ¿Las cuatro se fueron a tomar y todavía no llegan?— Martha asiente terminando de confirmarme la inasistencia de cuatro de mis empleadas—. Quiero que las hagas venir a mi oficina cuando lleguen, si es que lo hacen.

— Por supuesto. Tampoco creo que tarden mucho más pero sabes que una resaca es lo peor que le puede pasar a alguien— miro algunos papeles que dejó antes de avisarme y asiento.

— Cualquier cosa me avisas. ¿Sabes si tengo algún correo que te haya dejado mi asistente? Está hospitalizada y no ha podido entregarme nada, dijo que tú te encargarías— se fija en su libreta y  me extiende un sobre de color bordó envuelto en un listón blanco.

— Eso— lo señala—. No me había acordado. Llegó hace una hora.

— Bien. ¿Algo más que deba saber?— niega—. Puedes retirarte.

— Que tenga un buen día, señorita— asiento devolviendo el complido.

Me dejo caer en la silla cuando desaparece cerrando la puerta. 

Estoy tan agotada que podría tomarme una siesta aquí mismo, no tengo más que hacer que leer dos páginas para mañana, esperar a que lleguen las cuatro faltantes y listo.

Veo de reojo todo lo que tengo sobre el escritorio viendo sí se me ha pasado algo, pero todo está en orden hasta que mis ojos viajan al sobre que me acaba de entregar. Tiene una decoración hermosa con detalles en negro y un poco de dorado, ese color bordó contrasta a la perfección.

Comienzo a deshilachar las hebras dejándolas en el tacho de basura a mí lado, que por cierto ya debería de cambiar por los tantos papeles que rebosan. La textura del papel es uniforme y lisa, dejando con algo de relieve a las decoraciones y detalles.

De pronto el teléfono comienza a sonar y dejo el sobre a un lado, atendiendo.

— Empresa Lany's Ma...

— ¡Hola, soy Dani!— escucho varios murmullos que parecen ser ruido de ambiente detrás de él.

— Oh— sonrío—. ¿Qué tal?— jugueteo con el lapicero sacando y metiendo la punta apretando el botón en la mesa.

— De maravilla. Supongo que estás bien porque tu voz suena con un buen estado de animo— asegura mientras suelto una pequeña carcajada acompañada con una suya.

— Sí, excepto que hoy faltaron cuatro empleadas de planta seis por resaca— él hace una mueca que se oye a la perfección.

— Quería hacerte una invitación para el próximo sábado. Abrieron un club donde puedes ir a comer, está conectado con un restaurante y una pista de baile con barras. ¿Quieres acompañarnos a mis hermanos y a mí?— pregunta mientras termino dejando cerrado el lapicero y poniéndome recta.

Lany y sus diez demonios ✓ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora