Capítulo 46

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Hoy es el desfile y no puedo parar de temblar de los nervios. Sé que todo va a salir bien, estoy un noventa y cinco porciento segura, nunca lo estoy del todo.

— ¿Linda? ¿Has acabado?— pregunta Nelson desde el otro lado de la puerta. Se ha roto mi baño, entonces debo de usar el suyo que me queda más cerca que el de abajo.

— Unos minutos más y salgo.

— No te preocupes, era para avisarte que traje algunas cosas para desayunar. Debes de comer algo, estómago vacío y nervios no son buena combinación. Me lo sé de memoria ya— sonrío mientras me termino de arreglar las pestañas. No me he vestido, quedan unas oras pero quiero arreglarlas ahora para que luego se vean más naturales.

— Listo— musito cuando abro la puerta y lo encuentro arrecostado contra el umbral.

— Lo que daría por sacarle ese vestido, señorita Beddell— muerde su labio inferior.

— Nadie lo está deteniendo, señor— me acerco un poco, aún quedando mucho más baja que él.

— Le prometí a mis hermanos que no lo haría sin que ellos estuvieran, pero con una mujer así es difícil de cumplir esa promesa. He cumplido todo, pero hoy estoy dispuesto a pecar un poco— qué hombre.

Sus palabras me encienden al igual que sus besos repartidos por el cuello. Sus manos recorriendo mis piernas desnudas bajo un vestido que no es el que llevaré al desfile sino uno para andar en casa. Sus manos llegan al elástico de la tanga, donde tira hacia abajo en un rápido movimiento.

Segundos después ya estoy apoyada en la mesada mientras que sigue repartiendo besos por todos lados. Sus manos frescas me erizan la piel al tener contacto con ellas, y quiero que siga así pero frena. Ya no siento mi piel erizarse de una manera, sino de otra. Introduce un dedo sin previo aviso y comienza un vaivén desesperado, llegando hasta donde puede en cualquier sentido. Mete otro dedo, y otro más, llegando a tener tres dentro de mí.

Es una situación malditamente placentera, la cual te hace querer venirte así dos o tres veces más. Es un vaivén deseado, que lo acompaño con un movimiento de caderas.

— Esto, linda, tiene que ser un secreto entre nosotros. Ninguno, ni siquiera Daniel. ¿Está claro?

— Sí.

— Bueno, mejor que ni me entere de que se lo has dicho a alguien porque tendremos serios problemas tú y yo— sé a qué tipos de problemas se refiere, y aunque sé que estoy mal y no lo haré quiero saber cómo se sentirán esos problemas.

— ¿Con condón o sin condón?

— ¿Utilizas algún otro método?— asiento—. ¿Cuáles?

— La inyección y por las dudas la pastilla del día después, ¿va a ser necesario?

— La decisión es tuya, elige— niego.

— La decisión en de ambos, y yo voto por el sin preservativo.

No contesta cuando comienza a bajarse la cremallera. Sé que la protección es importante por cualquier enfermedad, pero nos hicimos chequeos hace dos semanas y los compartimos entre todos. Tenemos tiempo que hemos experimentado cosas sin llegar a algo concreto. Ellos no han apresurado las cosas, pero yo no no lo necesito.

Nelson no duda en agarrarme de la cintura y posicionarme sobre él. Su mirada lascivia me recorre unos segundos antes de entrar dentro mío de una estocada. Esto provoca un gemido por mi parte y un gruñido de satisfacción por la suya. Comienza un ritmo acelerado y fuerte, poniéndome aun más el choque de ambas anatomías. Los gemidos son lo otro que se oye, es una experiencia nueva ya que nunca lo había hecha más que en la habitación hasta ahora.

Lany y sus diez demonios ✓ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora