— Harry... –susurré con pesantés–. Cariño, aún estamos muy jóvenes. Casarse es una gran responsabilidad –le recordé.
— He esperado mucho para encontrar alguien a quién ame de verdad, y ahora que te he encontrado no te voy a dejar ir. Cásate conmigo por favor –insistió.
— Harry pero.. –intenté hablar, pero él me interrumpió.
— No. No voy a aceptar un no por respuesta. La boda no será en una semana, simplemente quiero que lo nuestro este seguro –dijo en modo de explicación.
— ¿Quieres que nos comprometamos y en un futuro que nos casemos? –pregunté a ver si entendía.
— Sí. Por ahora me conformo con eso –dijo sonriendo.
— No quiero que nos pase lo que nos pasó antes –dije recordando cuando él me regaló un anillo de "promesa" para mi cumpleaños hace más de un año, y nos rompimos a las pocas semanas.
— No pasará. Esta vez estoy seguro de lo que siento, y no quiero experimentar nuevamente estar lejos de ti. Seré tuyo por siempre, y eso es lo que prueba esto –dijo acercándose a la mesita de noche.
Sacó una cajita de terciopelo roja, con un pequeño lazo en la parte izquierda de la tapa. Sonrió dulcemente cuando se giró para entregármela.
Me senté en la cama para quedar a su altura, y la tomé con las manos temblando. Lentamente la abrí, fijando mis ojos en el hermoso anillo de diamantes que había dentro. Tenía dos bandas cruzadas llenas de diamantes que lo hacían brillar, y uno enorme en el centro del anillo. Sentí las lágrimas salirse solas de mis ojos al ver lo que estaba ocurriendo. Finalmente iba a casarme algún día, y lo haría con la persona que amo.
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— Harry –dije conmovida al sentir los sentimientos a flor de piel.
— Acepta por favor. Tómame como tuyo, y hazme el hombre más feliz –dijo esperanzado.
— Te amo... Acepto –susurré para lanzarme sobre él y besarlo.
Él me puso contra la cama, aún besándome. Sonrió cuando nos separamos, y sacó el anillo de la cajita para ponerlo en mi dedo anular de la mano izquierda.
— Te amo tanto Ariana Styles –dijo.
— Tú no tienes idea de como lo hago yo también Harry Grande –le dije riendo.
Él dejó un besito en mis labios, y se puso de pie revelando su desnudo cuerpo.
— Iré a hacer el desayuno. Si quieres puedes dormir un poco. Recobra fuerzas para esta noche mi dulce princesa –dijo caminando a la puerta.
— ¿Qué hay esta noche? –le pregunté confundida.
— ¡Sorpresa! –gritó riendo mientras cerraba la puerta.
Me quedé mirando la puerta blanca cerrada por al menos cinco minutos, y luego empecé a escuchar sonidos de ollas golpeándose entre sí. Sonreí en el momento que mis pensamientos se centraron nuevamente en nosotros para el futuro. Realmente estoy deseando que llegue ese día.
