XXIX

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Durante el trayecto en el avión me la pasé dormida en su hombro. Harry me hizo mimos en el cabello, y cada cierto tiempo me besaba la cabeza.
Cuando aterrizamos me sentí nerviosa. Conocería a mis suegros. Oficialmente.

Me estiré un poco y acomodé mi cabello. Harry me guió por el lugar hasta la salida, donde una azafata nos esperaba con las maletas.

— Tenga buen día señor Styles, señorita Grande –asintió educadamente.

Tomé el pequeño bolso que no sabía que traía, y tomada de la mano de Harry, caminamos a la salida secreta de Heathrow Airport.

Una camioneta SUV blindada nos esperaba ahí. Paul Higgins salió de adentro sonriendo.

— Yo me encargo muchacho. Suban –dijo Paul.

Harry me abrió la puerta, y me hizo subir, pero cuando buscaba donde acomodarme, noté que no estábamos solos.

— Diva soy, diva soy –empezaron a canturrear los cuatro en coro.

Sonreí y les besé las mejillas a como el espacio disponible me lo permitía.

— ¿Qué hacéis aquí? –les pregunté sin borrar la sonrisa.

— No íbamos a permitir no venir a traerlos a el aeropuerto –explicó Zayn encogiéndose de hombros.

— Hijos de puta, lo que no quieren es dejarme tiempo sólo con Ariana –se quejó Harry mientras cerraba la puerta.

Se sentó en el espacio disponible y me sentó sobre sus piernas.

— ¿De qué te quejas? La tuviste nueve horas para ti en el avión –reprochó Louis.

— Te recuerdo que volamos de noche tarúpido –contraatacó Harry.

— Dejen de discutir. No es como si pasar tiempo conmigo fuera importante –los regañé.

— Parecen niños tontos –concordó Liam.

Harry apretó mi cintura hacia su cuerpo y besó mi hombro.

— Te amo, y por supuesto que quiero pasar mi tiempo contigo –dijo en mi oído.

Al parecer su susurro no fue lo suficientemente bajo, ya que los demás empezaron a abuchearlo y a reírse.

— ¡Ay Ariana quiero pasar todo mi tiempo contigo! –bromeó Zayn tratando de imitar la voz de Harry.

Los demás rieron a carcajadas, prácticamente ahogándose.

— Sólo ignoralos amor –dijo Harry besando mi espalda.

Me recosté contra él tomando sus manos durante el resto del viaje. Los chicos nos abuchearon y nos tacharon de empalagosos. ¿Pero cuánto tiempo nos quedaría juntos hasta que él se fuera de gira? Por esa razón, hay que aprovecharlo mientras esté.

Paul se detuvo en una enorme mansión con un aire pintoresco. El portón automático se abrió, revelando un verde jardín con una fuente en medio. La casa era gigantesca.

— Espero tu llamada para que me informes la hora –dijo Paul a Harry en cuanto abrió la puerta.

Me ayudó a bajar y luego lo hicieron los demás.

— Después de la cena. Gracias por todo, hombre –dijo Harry palmeándole la espalda.

Paul sonrió y asintió educadamente hacía mi.

— No hagan alboroto –advirtió.

Los chicos empezaron a caminar a la casa de Harry, molestándose en el camino. Harry se acercó a besar mi boca levemente, y luego tomó mi mano para andar también a la casa.

— Esta es distinta a la de Los Ángeles, ya que antes vivía con mi hermana Gemma. Ahora ella se queda aquí cuando viene a Londres, por esa razón pueda que haya toques femeninos u ropa en los closets. Sin embargo, ella está en casa de mi mamá ahora, así que no debemos preocuparnos por ella –me explicó.

Abrió la puerta revelando una cálida casa. Los chicos estaban mirando la televisión cuando pasamos por la entrada, pero Harry siguió el camino hasta las escaleras que llevaban a la segunda planta.

— Vamos a instalarnos y luego podemos hacer lo que quieras –me dijo en modo de explicación.

— Estoy algo cansada –confesé.

— Podemos tomar una siesta –propuso.

Sonreí besándole la mejilla en modo de asentimiento.

Harry abrió la puerta de una habitación. Estaba pintada de color beige, con cortinas blancas. Una cama king-size postrada en el lado izquierdo de la habitación, con sábanas blancas y beige cubriéndolas. Habían dos puertas, una que supuse que serían el baño, y el vestidor.

Harry dejó las maletas en una silla cerca de la entrada, y caminó hasta el vestidor.

— No te empaqué pijama porque esperaba que fuéramos de una sola vez a Holmes Chapel, pero no hay vuelos programados hoy, así que tendremos que ir por tierra –dijo entrando al vestidor–. Pero puedes usar uno de mis suéteres.

Salió del vestidor sin jeans y sin camisa, simplemente usando sus bóxers negros. En su mano llevaba un suéter gris, el cual me tendió.

Entré al vestidor, cerrando la puerta tras de mi. La habitación era amplia, y habían muchas perchas con su ropa tendida, organizada en secciones.

Dejé mi curiosidad a un lado, y abrí la cremallera de mi falda, quedando en mi tanga negro y las medias unidas al liguero. Quité mi top gris y el sujetador y deslicé el suéter por mi cabeza, acomodándolo debidamente. Recogí la ropa, doblándola, para ponerla en una mesita que había junto a la entrada, donde estaba la ropa que Harry acaba de quitarse.

Abrí la puerta, caminando insegura hacía afuera. Harry estaba destendiendo la cama, con sus músculos de la espalda contrayéndose en la labor. Cuando terminó se giró, y al verme me dio una repasada.

— ¡Dios santo! No me mires así –se quejó sentándose en la cama.

— ¿Mirarte cómo? –dije confundida acercándome a él.

— Con esa cara de niña buena, que me dan ganas de hacer cosas malas y no puedo con los chicos aquí –gruñó hundiendo su cara en mi vientre.

Sentí sus dientes morder, y luego sentir como era derribada y presionada contra el colchón de la cama y su cuerpo.

— ¿Y si hacemos uno rápido y silencioso...? –susurró antes de besarme y que perdiera el control.

We 2: Be my Baby ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora