5_Reinas

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Las cinco muchachas caminaban juntas por los amplios pasillos de Las Encinas. Todos se hacían a un lado para verlas pasar. Los hombres las miraban con deseo. Las mujeres con envidia (y algunas con deseo también). Ese era su reino y en él mandaban ellas. Y no eran las reinas por algo tan vulgar como el dinero. Por Dios, todos en ese colegio son asquerosamente ricos. Se debían destacar por algo más. Y ellas lo hacían. Eran hermosas, inteligentes, encantadoras, carismáticas, poderosas, y todo lo demás que pueda cautivar.

Eran cinco amigas tan unidas que eso las hacia invulnerables. Nadia era la inteligente del grupo. Rebe la divertida. Lu la sexy. Y Cayetana era la adorable. Pero de entre ellas había una más. La futura marquesa de Caleruega. Carla Rosón era la clara líder del grupo. Era una conjunción de las características que definían a sus amigas pero con un agregado de autoridad y malicia.

Miraba a todos con la frialdad y la astucia de una autentica reina. Ese lugar era suyo y su actitud lo demostraba.

Carla iba en el medio de sus cuatro amigas. Todos los hombres las deseaban, en especial a Carla. Tenía un historial bastante interesante con los hombres de Las Encinas. La gran mayoría no se atrevía a invitarla a salir por miedo al rechazo y tenían razón. Aún era comentado como el muchacho llamado Yeray la invitó a salir delante de todos en la cafetería y delante de todos lo rechazó. Aun se hablaba de como salió una vez con Cristian Varela Esposito y siempre se negó a tener una segunda cita con él aun cuando él humillantemente se la pidió en muchas ocasiones. Ya era legendaria la anécdota de como Polo Benavent lloró cuando Carla terminó con él.

Todas eran inalcanzables y lo hacían notar. De entre ellas destacaba la frialdad y la astucia de Carla. Era una reina de hielo, fría y sin emociones.

Caminaban por el pasillo central de Las Encinas y doblaron a la derecha para ir a la cafetería con Carla a la vanguardia del grupo cuando de repente alguien chocó de imprevisto con la rubia. Todos contuvieron el aliento. Se venía la tercera guerra mundial.

-¿Qué no ves por dónde caminas pedazo de...?-se quedó muda de repente- ¿Samuel?

-Oh Carla-dijo apenado el castaño-perdóname, no te había visto- se disculpó con una tímida sonrisa.

Carla tenía los ojos verdes abiertos como platos. Se apresuró a responder:

-No, no, no. Tú tranquilo, fue un accidente. De hecho, fue mi culpa ¿No te lastimé? Por favor perdóname tú a mí. Soy una torpe. Iba distraída y...

-Aquí vamos otra vez...-dijo Lu en voz baja para que solo sus amigas la escucharan.

-No está dejando de hablar-dijo Nadia-se le secará la boca.

-Esto es vergonzoso-dijo Cayetana.

-Pues a mí me parece muy divertido-dijo Rebe.

-...y si te lastimé tienes que decírmelo para que pueda disculparme contigo ¿me perdonas Samuel?

Samuel sonreía ante la simpática escena que Carla representa ante él. La rubia siempre era tan divertida con él que no entendía porque todos le tenían miedo.

-Tranquila Carla-dijo él sin dejar de sonreír-no me lastimaste. De hecho fue mi culpa.

Eso pareció alarmar a la rubia.

-Oh no no no Samuel tú nunca tienes la culpa de nada...-se apresuró a agregar la marquesa.

-Y volvemos a empezar-dijo Lu otra vez en voz baja.

Samuel rió y dijo:

-Bueno, quedemos en que fue un accidente de los dos.

-Si un accidente-dijo ella-un hermoso accidente...porque tú eres hermoso.

-¿Qué?-preguntó Samuel confundido.

-Dice que le parece hermosa la pintura que hiciste para la clase de arte-dijo Nadia para salvar a la rubia del ridículo.

-ah, claro-dijo el muchacho sonriendo-me alegro que te guste mi pintura. Si quieres puedes venir un día a mi casa y te doy unos consejos sobre arte.

En ese momento Carla pareció desconectarse de la realidad. Sus ojos verdes estaban fijos en Samuel pero no parecían estarlo viendo conscientemente. Su boca entreabierta estaba sin ningún sonido que saliera de ella. Todo su cuerpo estaba estático como el de una estatua de yeso.

-Carla ¿te sientes bien?-preguntó Samuel.

Como Carla estaba en alguna especie de dimensión paralela desconocida Lu tuvo que contestar por ella:

-A ella le encantaría ir a tu casa. ¿El viernes por la tarde te parece bien?

-Sí, perfecto-dijo el castaño- te espero el viernes en mi casa Carla, nos vemos.

Le dio una última sonrisa y el muchacho prosiguió su camino. Las cuatro amigas seguían viendo a Carla que seguía en estado de trance.

-Uno diría que se vuelve aburrido después de la octava vez que le sucede pero para mí fue tan divertido como siempre-dijo Rebe.

-¿Deberíamos llevarla a la enfermería o algo para ver si reacciona?-preguntó Cayetana mirando a Carla de muy cerca.

Lu miró a su mejor amiga.

-No-dijo la mexicana-démosle unos minutos y volverá a la realidad. Llevémosla a la cafetería y démosle un café muy fuerte. Quizás así reaccione.

Rebeka tomó el brazo derecho de Carla y Nadia tomó el izquierdo. Lu tomó el frente de la caminata y Cayetana resguardaba la espalda de una Carla aun estupefacta.

Incluso las reinas tienen un punto débil.


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