24_Un anillo y el alfabeto

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Otro aburrido día en Las Encinas para Samuel. Caminaba por los pasillos del afamado instituto sin saber bien que hacer. Podría ir a charlar con su mejor amigo Guzmán, pero estaba con Nadia en este momento y no quería ser la tercera rueda en todo esto y no veía a Polo por ningún lado. Quizás estuviera escondiéndose de Cayetana y su nada sutil coqueteo. Cayetana era linda y agradable, pero era demasiado efusiva para el impresionable y asustadizo Polo.

En la puerta de su salón de clases estaba parada Carla Rosón Caleruega. Observaba descuidadamente su teléfono celular (probablemente sus redes sociales) pero su postura era rígida, en la característica pose constante de Carla.

Samuel la miró de arriba abajo y mentalmente reconoció lo que era de conocimiento público: Carla era más ardiente que el mismo infierno. Entendía porque tantos hombres (y algunas mujeres entre las que se encontraba Rebe) la consideraban un regalo de Dios para cualquiera con hormonas funcionales.

Pero no Samuel. Samuel no era estúpido y jamás se dejaría llevar por el atractivo físico de una mujer. Si, podía contemplar ese atractivo y disfrutarlo en una cama, pero él no era de los que eran manipulados por una cara bonita. Él era mucho más inteligente que eso. Él no era de los eran atrapados por una mujer, y menos una manipuladora, arrogante y fría como Carla Rosón.

Pasó junto a Carla y ella le dio una de sus características sonrisas arrogantes coquetas que ella solía lanzarle. Samuel se sintió nervioso, pero la ignoró y entró al salón de clases. Solo había cuatro personas allí. Polo estaba sentado hasta el fondo y leía un libro. En los asientos de más adelante estaban juntos Cayetana, Rebeka y Omar. Estaban sentados como en círculo y miraban algo en la mesa.

-¡Sí!-gritó Omar emocionado.

Samuel se acercó a ellos un tanto expectante.

-¿Qué están haciendo?-preguntó Samuel.

Los tres amigos miraron a Samuel.

-Es un juego que me enseñó una gitana-dijo Cayetana emocionada-te revela con quien vas a casarte en un futuro.

Samuel se tentó de poner los ojos en blanco. Cayetana y sus locuras. Solo ella podía creer en idioteces así. Para colmo, Rebe y Omar le seguían la corriente.

Samuel fingió su mejor sonrisa y decidió seguirle el juego.

-¿Ah sí?-dijo el castaño-que interesante.

-Mira, es así-dijo Cayetana sin notar el sarcasmo en la voz de Samuel-tomas un anillo, lo colocas sobre una mesa y lo haces girar. Mientras va girando comienzas a decir en orden las letras del alfabeto. Cuando el anillo finalmente deja de girar y cae dejas de recitar el alfabeto. La letra en la que quedaste te indica la inicial del primer nombre o del primer apellido de la persona con la que te casarás en el futuro.

-Yo lo hice dos veces y me salió "A" y "M"-dijo Omar emocionado.

Samuel pensaba que si Ander estuviera aquí tendría muchas ganas de reír.

-Quizás fue una coincidencia-sugirió Samuel para tratar de agregar algo de cordura entre sus compañeros.

-Funciona de verdad Samu-dijo Cayetana feliz- a mí me salió siempre "L" y "B".

Cayetana miró a Polo sentado más atrás y Samuel pudo ver el pánico en la mirada de su amigo que parecía estar buscando alguna salida de emergencias.

-No seas escéptico, Samu-dijo Rebe-además, es divertido. Deberías probar.

Caye y Omar se sumaron a la sugerencia de Rebe y ahora los tres le decían que debía intentarlo.

Samuel aceptó, pero no porque creyera en ese juego estúpido sino para que lo dejaran en paz y no lo trataran de aguafiestas.

-Está bien, ¿qué debo hacer? -dijo Samuel con aburrimiento.

Cayetana le indicó que se sentara frente a ella y le prestó el mismo anillo. Samuel lo tomó el anilló con sus dedos pulgar y medio y puso el anillo en posición vertical y lo hizo girar. Pero el giro no duró mucho.

"A", "B","C"

Y el anillo cayó.

-Quedaste en "C"-dijo Cayetana-te casarás con alguien con esa inicial.

-Entonces aun no conozco a la mujer con la que me casaré porque no conozco a ninguna con esa inicial salvo tú-le dijo Samuel a Cayetana en un tono burlón que ella no captó-y sabemos que te casarás con Polo.

Todos miraron hacia la parte trasera del salón y Polo había desaparecido. La ventana estaba abierta. Samuel pensaba que quizás Polo saltó por ahí para escapar.

-Quizás es la "C" de "Carla"-dijo una voz profunda detrás de ellos.

Vieron a Carla apoyada en el marco de la puerta mirando toda la escena con diversión y burla en su rostro.

-Quizás te cases con la marquesa, Samu-se burló Rebe.

Omar asentía y Caye estaba emocionada con esa idea.

-Por favor-dijo Samuel con fastidio-hay millones de mujeres cuyo nombre comienza con esa letra.

Carla le sonrió de forma burlista, lo que irritó aún más a Samuel. Él no iba a dejar que ella se burlara de él de esa forma. Volvió a tomar el anillo y una vez más lo hizo girar.

"A", "B", "C" ... "O", "P", "Q", "R".

Y el anillo volvió a caer.

-¿Ves?-dijo Samuel sonriendo- es "R".

-¿Cómo la "R" de "Rosón"?-preguntó Carla divertida.

El rostro de Samuel estaba rojo de la furia y en cinco ocasiones más hizo girar el bendito anillo y en todas salía "C" o "R" frustrando cada vez más a Samuel que se había olvidado que no creía en esas supersticiones.

-Una vez más-dijo el castaño.

-Olvídalo-dijo Rebe con exasperación-ahora me toca a mí.

Carla se marchó de ahí riendo, no sin antes darle una última mirada de burla a Samuel.

********

Carla decidió ir hasta la cafetería y beber una taza de café. Había sido divertido burlarse de Samuel, una vez más. Molestar a ese arrogante con complejo de semidiós era una de sus grandes diversiones en las Encinas.

Bebió su café y miró su reloj. Pronto debería regresar al salón de clases para francés.

Levantó la taza para un sorbo más cuando vio el anillo de oro en su dedo anular. Había sido un regalo de sus padres. Se quedó un momento observándolo, sintiéndose estúpida por siquiera considerar la idea.

Miró quienes estaban en la cafetería y por suerte no era ninguno de sus compañeros.

Se quitó el anillo del dedo y lo paró sobre la mesa y lo hizo girar.

"A", "B", "C" ... "P", "Q", "R", "S".

El anillo cayó.

"S"

Carla miraba el aro dorado con molestia y desconfianza.

-Debe ser una puta coincidencia-dijo en voz alta como así se convenciera a sí misma.

Terminó su café y emprendió camino al salón de clases.

Es solo una casualidad. Debe serlo ¿No?

Multiverso CarmuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora