𝖂𝖔𝖒𝖇 𝕱𝖔𝖗 𝕽𝖊𝖓𝖙 💚 𝕵𝖆𝖊𝕵𝖚𝖓

◦✧◦ 05

— ¡Me duele papá!

Habían decidido ir a un parque los tres juntos, los niños habían insistido en querer ir hoy en la tarde.

Jaemin como buen padre los llevó luego de almorzar, en cuanto llegaron al parque ambos niños se soltaron de sus manos y fueron a jugar.

Pero no contaría que a los 5 minutos Minhee se rasmillara a tal punto de sangrar.

— ¿E-es sangre? — Jeongin apuntó con su mano temblando hacia la rodilla de su hermano. — Papá.

— Tranquilos, tengo unas curitas de animales, ¿Cual quieres? La de patitos son bonitas, no, mejor los conejos.

—¡Papá!

— Sí, lo siento. — Jaemin quitó el plástico de los extremos de la curita y la puso en la herida. — Listo, ven.

Jaemin lo tomó de su mano ayudándolo a tratar de pararse, pero Minhee negó con su cabeza.

— No puedo. — Jaemin optó por agacharse y ayudarlo a que subiera a su espalda.

— ¿Vamos a tener que devolvernos? —Jaemin asintió y comenzó a caminar con Jeongin a su lado.

Los tres estaban en silencio, Jeongin vio cómo su hermano se comenzaba a quedar dormido en la espalda de su papá.

— ¿Él estará bien? — Preguntó algo preocupado.

— Claro que sí, solo es raspón, Minhee es medio exagerado. — Jeongin rió junto a Jaemin. — Mañana es su primer día.

— Sí, estoy emocionado. — Sonrió. — Prometo no dejar solo que Minhee, sé que no le gusta la idea de ir a la escuela.

— Eres un buen hermano. — Jeongin sonrió feliz.

Cada vez que podía trataba de demostrar cuanto quería a su hermano, ya sea ayudándolo o compartiendo algo con él. De todas maneras, su padre siempre le enseñó a ser un buen hermano, a ambos.

Lo quería mucho, además de su hermano era su mejor amigo.

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— ¡Papá! — Ambos niños corrieron a los brazos de su padre al verlo en la salida.

— Hola pequeños, ¿Cómo les fue? — Ambos le contestaron que bien. — ¿Hicieron amigos?

— Yo sí, se llaman Mina y Hyunjin. — Respondió Jeongin, Jaemin formó una "O" con su boca.

—Yo solo hice un amigo. — Dijo esta vez Minhee.

— ¿Cómo se llama?

— Hyeongjun. — Jaemin le iba a decir algo, pero una mano en su hombro hizo que se sobresaltara.

— Lo siento. — Jaemin se paró viendo a la chica frente a él.

Que linda, pensó.

— Mi nombre es Kim Minjeong. — Estiró su mano siendo estrechada por la de Jaemin.

— Na Jaemin. — Minjeong sonrió.

— Un placer conocerlo Señor Na, yo seré su profesora durante todo el año. Cualquier problema o consulta que tenga viene hacía mi o la directora. — Jaemin asintió.

— ¿Cómo se portaron? — Preguntó mientras acariciaba el cabello de ambos niños.

— Excelente, sus hijos son muy inteligentes y educados. — El alfa sonrió orgulloso de escuchar aquellas palabras. — Oh, me tengo que ir.

— Sí, no hay problema. Gracias profesora Minjeong. — La chica hizo una reverencia y se retiró yendo hacia donde la directora la esperaba.

— ¿Iremos por el helado? — Preguntó Jeongin.

— Tenemos que ir a un lugar primero, ¿Si? — Ambos niños asistieron y tomaron las manos de su padre comenzando a caminar. — Cuéntenme que más hicieron.

— Yo dibujé un dragón.

— ¿En serio? En la casa me lo muestras. — Jeongin asintió. — ¿Y tú, Minhee?

— Hice mis tareas y jugué con Hyeongjun en el recreo. — Dijo emocionado. — Él es un gran amigo.

— Viste que no es tan mala la escuela.

— Sigue sin gustarme, hice muchas tareas. — Jaemin rió. — ¡No es gracioso papá!

— ¡Claro que sí! — Jaemin revolvió su cabello viendo la nariz arrugada de su hijo. — ¿Por qué haces eso?

— ¿Hacer qué?

Jaemin imitó el gesto de arrugar la nariz.

— ¿Qué tiene de malo?

— No lo hagas, te pareces a mí. — Jeongin rió al igual que Minhee. — Todo el mundo dice que son como una copia de mí.

— ¿Será por qué somos tus hijos? — Respondió con obviedad Minhee. — Tengo el mismo lunar que tú, papá. — Dijo apuntando a su labio inferior, donde efectivamente estaba un lunar muy parecido al suyo.

— Yo no tengo eso. — Dijo Jeongin. — No me parezco tanto a ti papá.

Y era verdad, Jaemin al ver a Jeongin podía ver a Renjun en tamaño pequeño.

Ambos tenían sus mejillas regordetas, sus ojos color miel y el cabello rubio. Además de qué cuando reía sus ojitos se cerraban.

¡Tal como Renjun!

Así era imposible olvidarse de Huang, menos teniendo un hijo casi igual a él.