Capítulo 8: Quinta parte

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Mientras tanto en el hotel, David corrió hacia la salida para poder acercarse un poco más. Tomó el teléfono buscando la cámara, pero como no era su teléfono y no estaba familiarizado con él, tardó un poco en encontrarla y cortó la llamada sin querer. Aun así, alcanzó a tomar algunas fotos del vehículo que emprendió la marcha sin ningún impedimento.

Después tomó su celular y marcó el número de Paola. El teléfono volvió a sonar en la mano de Will y él contestó de inmediato.

— Sí, dime ¿Qué paso? — Preguntó mientras activaba el altavoz ante la mirada interrogativa de Paola. Ella necesitaba saber que había pasado con Sebastián.

Yazzel sorprendida aun, trataba de comprender lo que ocurría y al mismo tiempo aparentar estar calmada y consolar a su hermana. Will difícilmente se metía en asuntos de índole operativos, así que Yazzel trataba de entender su actitud.

Diana no dejaba de admirar el rostro del chico, porque, muy a pesar de saber que él no la veía de otra forma que no fuera como una hermanita menor, le costaba muchísimo trabajo poder evitar el sentirse atraída hacia el fuerte atractivo que su personalidad le proporcionaba.

La actitud que de pronto mostró Will, las tenía realmente sorprendidas.

Diana, discretamente notó que él también estaba armado. Lo que había sacado de su cajón era una Glock, la cual por cierto llamaba mucho su atención, puesto que ésta, a diferencia de las otras que había visto, parecía poseer dos cañones independientes.

Pero no era así. Lo que Diana veía arriba del cañón, era una lámpara, no un segundo cañón. Además, era blanca, un color poco común en una arma de fuego. Pero ella como iba a saber, la pequeña Diana no podía concebir que aquel científico introvertido, intelectual y de una seriedad solemne, pudiera saber siquiera como cargar una pistola, menos aún disparar o cosas como esa.

Lo que Diana no sabía, era que William, antes de desarrollar todas esas habilidades intelectuales, había sido un operativo activo en la escolta personal de Leonard Devaron y que, cuando éste fue asesinado aquella fatídica noche, Will se había retirado por completo de la operatividad.

Ya había transcurrido casi un siglo desde aquella fatídica noche, pero, lo bien aprendido jamás se olvida.

— Ya tengo los datos del vehículo, es un Honda, color azul marino, las placas las captó muy bien la cámara. Ya te estoy enviando la foto. Por cierto ¿Cómo esta Paola? Cuando la dejé estaba realmente mal. —

— Estoy bien David, gracias. Dime que pasó por favor. —

Se lo llevaron Paola. Pero le tomé una foto al auto y ya la envíe. Tal vez lo puedan identificar. —

— Si, ya llegó. — Will vio el auto y le dio el teléfono a Yazzel, mientras tomaba el radio de la fornitura de Paola y buscaba a Max, que en ese momento estaba de guardia. Mientras ellas veían la foto, él le pidió que investigara las placas en el sistema y así lo hizo.

— ¿Se les hace conocido? — Preguntó Will.

— No para nada. — Contestaron las tres. Will sonrió pensando para sí mismo que él si reconocía el automóvil.

— ¿Ya la vieron? — Preguntó David.

— Si ya la vimos. — Respondió Diana. — Pero no lo conocemos, solo dinos ¿Viste a Seb? ¿Estaba bien? —

— Si lo vi, pero no sé si estaba bien. Solo vi que el chico lo metió en el asiento de atrás, pero no sé... ¿Ustedes saben porque se llevaron a mi amigo? Yo ya no entiendo nada. —

— No te preocupes David, lo vamos a encontrar. Solo, dime dónde estás. — Pidió Yazzel.

— Estoy en la explanada del hotel. — Contestó.

Hielo y Pesadillas ♠ Libro 1 - YazzelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora