Capítulo 2: Segunda parte

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Efectivamente, faltaban unos minutos para el amanecer, Paola iba a más del límite de velocidad permitido y podía sentir la incandescencia del sol persiguiéndola, llego a la reja y no hubo necesidad de tocar, los guardias abrieron y ella entro directo al estacionamiento cerrando la cortina tras de sí. Se inclinó en el volante como tomando un descanso y apago el vehículo, bajo del él y emprendió el camino hacia su recamara, esta vez uso las escaleras.

Todo se encontraba ya en calma en la mansión y Paola se sintió aliviada, cruzo por el pasillo y entro a su habitación, no había visto la luz en del estudio, lo que significaba que su hermana ya estaba descansando, recordó entonces que había olvidado cerrar las cortinas, así que se apresuró a cerrarlas, apenas le dio tiempo. Un pequeño rayo de sol se escurrió por una rendija de la cortina y toco su mano lacerando como mantequilla en el fuego – ¡Ah! - se quejó, pero solo fue una pequeña quemadura y no le dio importancia, se tiró en la cama añorando calma y permaneció así unos minutos, hasta que de pronto algo la incomodó.

Paso su mano bajo su espalda y encontró el pantalón mojado de Sebastián, se incorporó un poco y comenzó a lanzar al suelo todo lo que encontró en la cama y volvió a acomodarse, semiinconsciente recordó que tenía que revisar la búsqueda que quedo pendiente en su laptop, pero el cansancio y la debilidad eran demasiado y se rindió ante un sueño profundo, como hacía mucho no lo hacía, durmió todo el día, soñando tal vez con esos ojos verdes, o con los hermosos momentos de cuando sus padres vivían, lo que fuera, esta vez sus sueños no la hicieron despertar llorando aterrada, ni con miedo.

En el Gregory Hospen, David y Sebastián se encaminaban a la habitación de Lexx, tocaron a la puerta y Lexx abrió envuelto en una bata de baño azul marino y el cepillo dental aun en la boca, sonrió y con la mano los invito a pasar, ambos lo hicieron y mientras él se dirigía al baño, ellos tomaron asiento uno en cada sofá de la pequeña estancia de la habitación.

Lexx salió del baño con el cabello alborotado dejando ver los risos que generalmente ocultaba bajo cantidades industriales de fijador y una barba de dos días que lo hacía verse gracioso y la vez varonil, David soltó la carcajada otra vez, burlándose de su aspecto.

-Jajajaja... si te vieran tus admiradoras seguramente te cambiarían de inmediato por ¡mí!-

-Muy gracioso, si te vieran en bóxer de ositos, seguramente se convertirían en monjas-

-Jajajaja...- Fue Sebastián quien esta vez soltó la carcajada- ya no peleen- Les pidió dejándose caer pesadamente en el sofá.

-No peleamos, es nuestra forma de darnos los buenos días- Comento David y los tres rieron con franqueza. Lexx se acercó a la ventana y abrió las cortinas de par en par.

-Precioso amanecer... Miren-

Efectivamente, el sol brillaba infinitamente radiante, cada rayo de su luz se colaba por los ventanales de la habitación fraccionándose en miles de partículas de color con la ayuda de las gotas de agua aun sujetas a los cristales de la ventana, semejando un arcoíris que llenaba de vida aquel espacio, desplegando la majestuosidad con el esplendor que solo el astro mayor podía dar. Por un momento los tres chicos quedaron hipnotizados por aquel espectáculo maravilloso que pocas veces tenían tiempo de apreciar debido al ajetreado y convulsivo ritmo de vida que llevaban.

-Vaya que es hermoso- Susurro Sebastián para sí mismo, quedándose los tres estáticos por un momento frente aquel despliegue de belleza, de pronto David en medio de ambos termino de golpe con el romántico momento dándoles un zape en la cabeza.

- ¡Despierten! - Sebastián y Lexx se miraron con una sonrisa de complicidad y se le fueron encima, mientras que David, quien, a pesar de medir casi un metro con noventa, no pudo contra los dos, ya que Sebastián sujetaba sus piernas sentado en ellas y Lexx sobre su abdomen inmovilizando sus brazos con las rodillas.

Hielo y Pesadillas ♠ Libro 1 - YazzelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora