Capítulo 10: Tercera parte

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En el Saint Gandales continuaba lloviendo, esta vez con más fuerza. Morrigan y sus seguidores llegaron empapados hasta el punto de encuentro con Anna y Brad en una pequeña chocita construida de madera y paja que servía de bodega, edificada a unos cuantos metros de la casa donde se encontraba Sebastián.

— ¿El chico dónde está? — Preguntó Morrigan con ansiedad.

— En la casa, no ha intentado salir siquiera. — Contestó Brad, mientras Anna miraba hacia fuera.

— ¡Todo se fue a la mierda! Para este momento ya Michael debe sospechar que yo tuve que ver en la muerte de Lucian. — Anna volteo de inmediato.

— ¿Tuviste algo que ver en eso? — Preguntó la chica.

— Puede ser, pero qué más da. ¡Vamos! Terminemos con esto de una buena vez, lo matamos y nos largamos de aquí. —

— ¡No! Debemos esperar a que vengan a buscarlo, así mataremos dos pájaros de un solo tiro. — Contestó Anna

— ¿No lo quieres matar cierto? — Preguntó Morrigan con suspicacia.

— A decir verdad, no... me gusta demasiado, estoy pensando en transformarlo e iniciar con el un nuevo clan, con sangre mía, eso le dolería a Paola mucho más que si solo lo matara. Él no podría estar con ella, aunque quisiera porque estaría unido a mi y tendría que verlo desde lejos siendo infeliz a mi lado sin poder separarse de su creadora. Sería una eternidad de sufrimiento y no solo un momento, esa sería mi mejor venganza. —

— Pero él no te ama. — Contestó Brad y Anna volteó fulminándolo con la mirada.

— Y qué más da, el vínculo de sangre lo obligaría a quedarse a mi lado a menos que yo le dé su libertad y eso no pasará. Además Brad, te juro que sigo oliendo su sangre, quisiera probarla de una buena vez, pero esperaré para que ella pueda verme convertirlo para mí. —

— Antes tienes que hacer que él beba la tuya y no creo que él quiera. — Volvió a argumentar Brad. — De verdad estás loca Anna, pensé que solo era un señuelo. — Le dijo sosteniéndole la mirada.

— Brad, de querer un señuelo solamente, hubiera traído a cualquier otro o incluso a la ingenua de Diana, pero no es eso lo que quiero, nada me haría más feliz que verla sufrir por su humano. — Le contestó con una sonrisa cínica en el rostro.

— Haz lo que quieras, pero en cuanto lo conviertas nos vamos de aquí me oíste. — Le dijo Morrigan mientras se secaba el rostro con un trapejo que encontró.

Sebastián continuaba en aquella vieja habitación donde el aire y el agua de la fuerte lluvia se colaban por la venta. Él se acomodó debajo de las escaleras para evitar seguirse mojando, en su cabeza solo podía concebir la imagen de Paola el día de la fiesta. La imaginaba radiante, sonriendo con su vestido blanco mientras caminaba por la pequeña vereda que daba hacia la entrada principal del palacio. Trataba de mantener esa imagen para olvidar el frío que en ese momento le helaba hasta el alma.

De vuelta en el valle de los fantasmas, Yazzel se acercó a Paola, la chica miró a su hermana y la abrazo. Poco le importó que estuvieran rodeadas de lobos y aunque Yazzel no aceptaba de muy buen grado las demostraciones afectivas, dejó que Paola la abrazara por unos minutos. Paola se sentía realmente desesperada, pero, aun así, podía sentir la frialdad de su hermana.

Cada vez era peor.

— Tengo mucho miedo Yazz, tengo miedo de lo que esas dos brujas le puedan hacer a Sebastián. No sé cómo esté, no me oye y me siento culpable de lo que le está pasando. — Yazzel no tenía palabras para consolarla y para ser honesta, se le venían a la cabeza frases como "Eso le ocurrió por idiota, no es tu culpa" o "Ya debe estar muerto, si así te pones de intensa con la incertidumbre, ya me imagino todo lo que tendré que soportar cuando estés deprimida" Pero sonreía y la abrazaba sin poder articular una frase convincente para consolarla, sabía que la situación era crítica, pero no le preocupaba tanto Sebastián como el hecho de deberles un favor a los lobos.

Hielo y Pesadillas ♠ Libro 1 - YazzelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora