Capítulo 8: Nadie ganará jamás

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La guerra contra las mujeres es la única que se gana huyendo

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La guerra contra las mujeres es la única que se gana huyendo.

El hombre tiene que marcar un final para la guerra,

Si no, la guerra marcara un final para el hombre.

**

En medio de la fría madrugada, se podían ver rebotar sobre las tejas rojizas de la mansión Demester, los pequeños rayos de luz que la luna forzadamente lograba colar entre las robustas nubes grises que cubrían el amplio firmamento.

Brad se encontraba en su habitación aseándose. Pasaban ya las tres de la mañana y después de una larga guardia y el alboroto por Anna, el chico trataba de descansar un poco.

Se recargó en el lavamanos y limpió el espejo empañado del baño, tomó una toalla del buró y se la enredó en la cintura.

Él era un hombre muy atractivo sin duda. Como la mayoría de ellos la textura inmaculada de su piel no podía pasar desapercibida. Súmenle sus bien desarrollados músculos, un par de ojos castaños que reflejaban paz y tenemos la mezcla exacta para un buen partido.

Salió del baño y apagó las luces. No necesitaba las de la habitación, así que no se tomó la molestia de encenderlas, movió la cabeza de un lado a otro tratando de destensar un poco su espalda. Una suave y sensual voz lo perturbó.

— Sabía que eras guapo, pero nunca me imaginé que tuvieras ese cuerpo de Dios, demonios, nada de eso se te ve por encima de los pantalones cargo. — El chico sorprendido, encendió rápidamente la tenue luz de la lámpara del buró.

— ¡Anna! ¿Qué demonios haces aquí? Allá fuera todos te están buscando. ¡No puedo creerlo! Como siempre te escondiste para llamar la atención. — Le reclamó molesto y algo alterado.

Anna estaba recostada en la cama, a pesar de su aspecto algo descuidado debido al trato que los lobos le dieron, no dejaba de verse seductora.

— En serio Brad. ¿Crees que me escondí para llamar la atención? ¿De quién? ¿Tuya? A nadie le interesa mi bienestar o mi desgracia. No dramatices. — Prosiguió levantándose de la cama. Se dirigió hacia él rápidamente, acorralándolo con la espalda hacia la pared, el chico solo atinó a detener la toalla que lo cubría.

— ¡Cálmate!... ¿Estás loca? —

— Algo, sí. Estoy un poco loca. Pero no tengo tiempo de platicar, tengo que hablar contigo de algo importante. Dime Brad ¿Hace cuánto que estás enamorado de Paola? — El rostro de sorpresa del chico se notó de inmediato.

— ¿Y a ti qué carajo te importa eso? — Decía mientras se volteaba, intentando eludir la mirada inquisidora de Anna. Ella lo tomó del brazo para voltearlo.

— No me vengas a mi con todo ese texto aprendido de que "somos amigos o la quiero como a una hermana" No insultes mi inteligencia, es más, no insultes a los chismes de pasillo que cada noche tienen una nueva que contar respecto a ti, como su perrito faldero y ella como la ingrata dueña que no te saca a pasear cuando sus deberes reales no se lo impiden. —

Hielo y Pesadillas ♠ Libro 1 - YazzelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora