Capítulo 21: 29 de septiembre de 2004

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Parte II

Está claro que hay muchas cosas que todavía ignoras. Algunas de ellas seguro ya te habrán pasado por la cabeza, tal vez porque, de algún modo u otro, todo parecía indicar que en algún momento sucederían. Sin embargo, hay otras que en verdad dudo que hayas tenido la capacidad de intuir, esperar o, incluso, de imaginar. Asimilar el cambio de circunstancias no fue sencillo ni siquiera para mí, en especial después de haber notado que doce desafíos no bastarían ni de chiste para solucionar aquello que desde un inicio traté de evitar.

Lo cierto fue que haber confesado mis errores frente a la única persona que siempre tuve miedo de decepcionar fue liberador, en parte porque ni siquiera tuve que hacer un esfuerzo para que él aceptara creer en cada una de mis palabras. No cualquiera se atrevería a seguir caminando junto a quien estuvo a punto de arruinarle la vida, mas lo curioso del asunto fue que Lukas pareció estar dispuesto a confiar ciegamente en mí, incluso después de todo lo ocurrido. Dejando de lado sus motivos, estaba tan agradecida con él que, mientras nos limitábamos a recorrer las orillas del río Main, no podía dejar de pensar en cuál sería el mejor modo de compensárselo. Postres, libros o fresas... Me parecían poca cosa comparado con el sentimiento que tenía toda la intención de transmitirle.

Tal vez mi compañero no tuvo inconvenientes para aceptar mi versión de la historia, pero eso no cancelaba el hecho de que continuara luciendo como un chico totalmente desorientado. A juzgar por la forma en que fruncía la boca, casi podía apostar que se hallaba mucho más confundido de lo que yo lo había hecho sentir con mis disparates hacía menos de unos minutos.

—Oye, Lukas... —intervine con cierto nerviosismo—. Estás todo en orden, ¿verdad?

Mantuvo la vista clavada en el pavimento.

—¿Lukas? —insistí, sujetándolo de la mano con más fuerza para asegurarme de llamar su atención—. ¿Está todo en orden?

—¿Está todo en orden? —dudó, girando el rostro hacia mí—. ¿Orden cronológico, alfabético o por tamaño?

—Me refiero a que si está todo bien —especifiqué para él, obligándome a reprimir la risa.

—Ah, eso —suspiró—. Es solo que... me parece que es mucha información para una simple tarde de miércoles.

«Vaya que sí»

—Puedes preguntarme lo que sea —le ofrecí mi ayuda de inmediato—. No te angusties por llevarme la contra y tan solo dime por qué estás preocupado.

—Estoy preocupado porque... —clavó la mirada en el símbolo que le marcaba la muñeca— dijiste que esto era un rastreador.

—Uno que no funciona cuando estás cerca del medallón.

—Sí, pero... —Se perdió un momento en sus pensamientos—. Si las personas que hacía un año entraron en mi casa estaban buscándome a mí, no crees que todavía estén tratando de encontrarme, ¿o sí?

—El medallón se aseguró de que las SS nunca supieran de tu identidad, así que no creo que le otorguen importancia a un viejo reporte de información confidencial.

Pausa. Trataré de explicarte el asunto con mayor detalle:

Al parecer, parte de los cambios que la reliquia había hecho a la cronología original consistieron en evitar la intromisión de las SS y, por supuesto, borrar todo rastro de mi estúpido plan como "ladrona de bebés". En resumen, la nueva cronología había quedado reparada de la siguiente manera: las SS nunca descubrieron que el usuario del computador se trataba de mi compañero, yo jamás me encontré con aquel grupo de guardias dentro de la mansión y nadie nunca fue capturado durante aquella mañana de 29 de septiembre. ¿Lo tienes más claro ahora? Era por eso que estar en su habitación era la última memoria que Lukas creía recordar, pues el medallón lo había apartado de aquel sitio justo antes de que las cosas se convirtieran en el completo caos que tú y yo conocemos ya.

Mi tiempo es inestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora