Capítulo 15: 22 de mayo de 2004

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El día de hoy ocurrió algo que nunca pensé que pasaría: la novena versión de Lukas tocó a nuestra puerta sin que yo tuviera que cometer alguna clase de estupidez para tratar de dar con su ubicación. Leíste bien. No tuve que gastar horas enteras en la interpretación del desafío, no me vi obligada a recorrer los rincones más peligrosos de la ciudad y tampoco tuve que inventar excusas para que él aceptara convertirse en mi nuevo compañero de cuarto.

No estoy bromeando cuando digo que literalmente tocó a nuestra puerta justo en el momento en que el centro del medallón se encendía con la llegada de un nuevo desafío. Fue un espectáculo de coordinación entre casualidad y destino, una sincronización de circunstancias que no hizo más que confirmarme el gran poder de control que una reliquia como esta podía llegar a poseer.

💢 Esta vez te dejaré descansar. El noveno llegará a ti con solo desear. Tan fácil este desafío será porque te tienes que preparar para el final 💢

«¿El medallón otorgando días libres?»

—Sí, claro —bufé—, eso es tan absurdo como...

El sonido de un par de golpes del otro lado de la puerta me obligó a callar de inmediato.

—¡Sí! —exclamó Lukas con alegría—. ¡Ya llegó la comida!

Me interpuse en su camino justo antes de que alcanzara la perilla.

—No —lo empujé un poco hacia atrás—, ni siquiera la he pedido todavía.

—Ah, ¿no? —dudó—. Pero dijiste que ya tenías hambre desde hacía media hora, y luego me preguntaste qué iba a querer de...

Me llevé un dedo a la boca para indicarle que guardara silencio. Era consciente de que, quizás, se trataba de la visita inesperada de algún miembro del servicio del hotel. Aunque, aún con esa posibilidad en mente, no podía negar que la llegada de aquel invitado continuara pareciéndome algo completamente sospechoso.

—¿Quién es? —me decidí a alzar la voz después de unos segundos, acercándome a la puerta con lentitud mientras me aseguraba de colocar a Lukas detrás de mí—. ¿Hola?

Nadie dijo nada.

—¿Hay alguien ahí? —insistí.

Mis ojos se desviaron hacia el hueco inferior de la puerta: la sombra de un par de zapatos continuaba inmóvil justo frente al umbral de la entrada.

—Puedo ver tu sombra por debajo de la puerta. —Ni siquiera eso fue suficiente para hacer que respondieran.

«De acuerdo, esto ya comienza a ser escalofriante»

—Quédate detrás de mí —le dije a Lukas en voz baja—.Voy a ver de quién se trata.

Él tiró de mi brazo para evitar que colocara una mano sobre el picaporte.

—Espera, Yvonne —me susurró—, ¿qué tal si es alguien malo y por eso no contesta?

—No, claro que no. —Al menos eso esperaba.

—Mejor no le abras, entonces.

—Estaremos bien —traté de tranquilizarlo—. No tienes nada de qué preocuparte.

Me dedicó un gesto de incertidumbre que me obligó a dirigirle una media sonrisa.

—Ya te lo dije —reiteré—. Estaremos bien, lo prometo.

Con eso conseguí que me soltara, de allí que no tardara demasiado en armarme de valor y concederme la oportunidad de girar la perilla.

—¿Quién es? —Asomé la cabeza por el marco de la puerta—. ¿Hola?

Mi tiempo es inestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora