Partimos al amanecer, cuando el sol apenas se asomaba. Estaba acostumbrada a no salir de casa a estas horas del día, papá lo había prohibido porque sería muy peligroso para nosotros que alguien nos viera desaparecer bajo la luz del sol. ¿Imaginas lo terrorífico que debe ser para un humano presenciar un espectáculo como ese? Sería demasiado para un simple ciudadano... ¡Ja! Pobrecillo Lukas. El remordimiento amenazó con invadirme casi de inmediato, por eso preferí apartar tal pensamiento de mi cabeza para concentrarme, en su lugar, en el nuevo sitio de empleo que esperaba impaciente por mi llegada.
Un escalofrío me recorrió la espalda en cuanto me encontré frente a aquella granja: el sustento de una familia dependía por entero de mí. Tal vez algo pequeña, pero, al fin y al cabo, nadie podría negar que Lukas consistía ahora en mi única familia.
«Qué gran cambio de circunstancias para tratarse del transcurso de unos días»
Extraje la hoja de actividades de mi bolsillo. "Lunes, llevar al ganado a los pastizales del norte"... En definitiva, resultaría complicado contando con la presencia de un chiquillo de por medio.
—Llegaste temprano. —La voz de Rudolf hizo que apartara la vista de aquella lista—. Mis viejos empleados nunca solían respetar los horarios de trabajo.
El granjero se tomó la molestia de abrir la cerca para mí, invitándome con un gesto a cruzar por la entrada.
—Es mi primer día —apunté—. Tengo intenciones de mantener un buen historial laboral.
Lo escuché reír justo antes de que se permitiera posar la mirada sobre Lukas. De pronto, me dio la impresión de que estaba por retractarse y negarme el empleo; sin embargo, me dirigió un ademán de cabeza para señalar a la muchacha que acababa de salir por la puerta del granero.
—Martha te ayudará a cuidar del niño.
Asentí de inmediato, dispuesta a seguir sus órdenes con tal de evitarme cualquier tipo de inconveniente. Fue así como opté por encaminar mi marcha en dirección a la misma chica con quien ya me había topado hacía casi una semana. Era una mujer joven, no tanto como yo, aunque sí lo suficiente para cuestionar el porqué de su estancia en una solitaria y apartada granja. Su abundante cabellera rubia le cubría parte del rostro, haciéndola lucir algo seria y cohibida; en cambio, tanto su estilo de vestimenta como sus gafas modernas me llevaron a pensar que alguien tan extravagante como ella no encajaba ni por asomo en un sitio tan rústico como este.
—Hola, mi nombre es Yvonne. —Me coloqué a su lado con cierta vacilación—. Hablaste conmigo cuando vine a pedir el empleo.
Ella no tardó en girar el rostro hacia mí.
—Claro, la nueva aprendiz —aludió, cruzándose de brazos—. Rudolf estaba convencido de que debía contratar a una chica como tú... Él te envió conmigo, ¿no es cierto?
—Dijo que tal vez podrías ayudarme. —Mi vista bajó hacia Lukas—. Es que... Bueno, él es mi...
«¿Mi qué?»
—Mi...
—Claro —aceptó sin siquiera haberme dado la oportunidad de terminar—. Si con eso consigo que mis tiempos de descanso sean más dinámicos que de costumbre, por mí no será un problema.
Creí que habría que convencerla. Mentir diciendo que el llanto de Lukas no sería tan ruidoso o, quizás, mencionar que estaría dispuesta a compartir parte de mi salario con ella. No obstante, bastó con que pronunciara esas palabras para que accediera sin titubeos, como si realmente hubiese estado esperando por tal petición desde hacía días.
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Mi tiempo es inestable
Roman d'amour[Libro 2] Para solucionar el desastre que causó, Yvonne se ve forzada a resolver una serie de desafíos que ponen a prueba tanto su ingenio como su interés por recuperar la vida que perdió. A medida que avanza en su misión, los misterios van en aume...