💢#8: Sobre la copia urbana de tu tercer hogar has de terminar y sólo cuatro horas te podré otorgar. ¿Quieres una pista? Pídela cuando hayas resuelto el enigma.💢
El anexo anterior es lo suficientemente explicativo para que puedas entender qué hacíamos Lukas y yo sobre los asientos traseros de un viejo taxi, ¿no? Eso creí.
No tienes idea de lo mucho que odio los límites de tiempo, pero el verdadero problema aquí es que el medallón en serio parece disfrutarlos. Claro, ¿por qué no hacer sufrir a la pobre chica que lleva meses intentando arreglar su propio desastre? ¡Vamos, apuesto a que será divertido!
«Ni de chiste lo es»
Pegando el rostro a la ventanilla de ese auto, lo único en que podía pensar era en la posibilidad angustiante de haber seleccionado el sitio incorrecto. Pues era consciente de que cometer un error, por más mínimo que fuera, sería catastrófico. Piénsalo un momento, ¿quieres? Cualquier tipo de retraso implicaría perder los pocos minutos que el medallón había anticipado concederme; cualquier clase de imprevisto bastaría para entretenerme más de lo debido y convertir aquel límite de tiempo en un plazo imposible de cumplir.
Había invertido casi la mitad de una hora en descifrar cada palabra del acertijo. Me había convencido de que encontrar primero los tres hogares referidos en el enunciado inicial sería la manera más sencilla de dar con el significado del resto, de forma que no me permití vacilar antes de poner todos mis esfuerzos en construir dicha clasificación:
1) Mi primer hogar no podía ser ningún otro además de mi propia casa. Punto final. Es sencillo deducirlo tomando en cuenta lo que aquella cabaña representaba para mí: era una fortaleza de los secretos, el lugar de mi infancia, mi primer salón de clases, un espacio para pedir auxilio y no salir con las manos vacías; el único sitio que, en realidad, tenía la capacidad de convertirse en el más confiable de los escondites. Y ahora, con los recuerdos de mi padre inundando cada uno de esos pasillos... Significaba mucho más que una simple choza.
2) Tenía muy claro que la mansión de los Diederich había marcado mi vida en más de un sentido. ¿Cientos de paredes blancas siendo testigos de mis llantos, risas y confusiones? Admito que la idea no me agradaba en un principio, es más, incluso me parecía algo estúpido tener que recorrer a diario sus salones sin sentirme cómoda con la mera noción de caminar. Sin embargo, haberme concedido la oportunidad de conocer a Lukas lo cambió todo, pues ¿qué hubiera sido de mí si me hubiese dejado llevar por mis primeras impresiones? ¿Qué hubiera pasado conmigo si el orgullo me hubiese cegado aquella primera vez que él prefirió ignorarme y centrar su atención en el lienzo de una pintura? Ni siquiera puedo imaginarlo.
3) Los hogares uno y dos me dejaban sin alternativas para un tercero.
De acuerdo, sé que una cueva rústica a la mitad de la nada también podría contar como un fabuloso tercer hogar, en especial si eran dos personas quienes habían utilizado su suelo durante casi dieciocho semanas. ¿El problema con esa opción? No conocía ninguna "copia urbana" que pudiera encajar con ella, y eso solo me dejaba en la misma conclusión de antes.
Al final, terminé tendida sobre la superficie de mi cama con la mente completamente en blanco. Estaba estresada. Había pegado la cara a la almohada y estaba segura de que Lukas me observaba desde el otro lado de la habitación con más desconcierto del que alguien podría encontrar entre los oyentes de un discurso político. Era mi ruina, al menos así hubiera sido de no ser por su intromisión repentina: "Oye, Yvonne, ¿otra vez estás pensando en los señores con trajes del bosque?" y de pronto ¡bam! Esas trece palabras fueron suficientes para que mi semblante se iluminara con la respuesta que tanto había anhelado encontrar.
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Mi tiempo es inestable
Romance[Libro 2] Para solucionar el desastre que causó, Yvonne se ve forzada a resolver una serie de desafíos que ponen a prueba tanto su ingenio como su interés por recuperar la vida que perdió. A medida que avanza en su misión, los misterios van en aume...