No voy a mentir diciendo que cada día que transcurre es una oportunidad maravillosa para disfrutar de esta extraña realidad. La verdad es que, a estas alturas, ya estoy muy cerca de perder mi estabilidad emocional. Estoy cansada, no he dormido bien durante semanas, mi estómago es un revoltijo de nervios y lo único que puedo hacer es pensar en el tiempo que poco a poco parece escaparse volando. Ya han pasado casi dos meses desde la última vez que te mantuve al tanto de lo que ocurría, ¿puedes creerlo? La peor parte es que ni siquiera me había percatado de ello, al menos no hasta que algo digno de contarse finalmente sucedió.
Hoy fue Día de San Valentín. El 14 de febrero no es algo que se festeje mucho en Alemania... Bueno, tal vez sí de manera comercial. Hablo de chocolates, flores, globos y todo lo demás; las tiendas siempre están repletas de regalos clichés durante este tiempo del año. A mi parecer, es un poco tonto dedicar una fecha particular para conmemorar una relación personal, pero Lukas está convencido de que tiene que haber corazones y dulces en algún momento del día.
Mi culpabilidad en el caso es inherente.
No iba a explicarle nada en referencia a esta fiesta, ¡lo juro! Sin embargo, tuve que hacerlo luego de que se me escapara mencionar que hoy era "el día artificial del amor y la amistad". Después de eso, fue como si le hubiera dado un motivo para sentirse ilusionado: pasó toda la mañana con una sonrisa en el rostro, trató de abrazarme en varias ocasiones y decidió que obsequiarme pétalos cada cinco minutos sería la mejor forma de celebrar el evento.
—Toma esta también —me pidió él, extendiendo hacia mí otra de sus plantas de regalo—, es para ti.
Extrañamente, el contorno de aquellas hojas coincidía a la perfección con la figura de un corazón.
—¿De dónde estás sacando estas cosas, Lukas? —lo cuestioné al instante.
—No te diré —se burló—, es un secreto.
La forma más sencilla de obtener una respuesta es ofreciendo algo a cambio, y creía saber con exactitud cuál era el mejor modo de chantajearlo.
—Si me cuentas ese secreto, te compraré un dulce solo para ti.
Su cara se iluminó de alegría, pues, a lo visto, los obsequios que aparentan ser simples son los que más le gustan a Lukas. En especial si involucran algo de azúcar.
—¿Un dulce? —quiso confirmar.
—El que tú quieras —le garanticé.
—¿Hasta uno de fresa?
—Hasta uno de fresa.
—Está bien —asintió, todavía con esa sonrisa de travesura en el rostro—, pero tienes que decir que lo prometes.
—¡Oh, vamos! —me quejé con exageración—. Nada contigo es gratis.
La risita que dejó escapar casi me mata de ternura.
—Vale, ya te digo —accedió—, pero solo porque es Día de Sentín.
—Día de San Valentín —lo corregí.
—Las hago con mi mano.
«Y hasta ahí llegó mi último rastro de cordura»
—¿Cómo? —inquirí, confundida.
—Si lo pongo en mi mano se hace así —lo vi levantar otra hoja del suelo—, ¿quieres ver?
Iba a cuestionarlo al respecto cuando un ruido repentino me obligó a mantener la boca cerrada. Los dos nos sobresaltamos con el sonido de unas pisadas, haciendo que volviéramos la cabeza en dirección a la entrada de la cueva. Ni siquiera conté con el tiempo suficiente para pensar en un plan, de allí que me limitara a sujetar a Lukas por la mano antes de atraerlo hacia mí con la mayor de las prisas.
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Mi tiempo es inestable
Roman d'amour[Libro 2] Para solucionar el desastre que causó, Yvonne se ve forzada a resolver una serie de desafíos que ponen a prueba tanto su ingenio como su interés por recuperar la vida que perdió. A medida que avanza en su misión, los misterios van en aume...