Capítulo 18: 13 de agosto de 2004

8.3K 409 272
                                    

¿Por qué sigo creyendo que conozco a Lukas por completo cuando es cierto que hay muchas cosas sobre él que todavía ignoro? Entiendo a la perfección muchos de los detalles de su extraña personalidad, tengo muy en claro cómo lidiar con cada una de sus actitudes y también me resulta sencillo diferenciar sus preferencias de todas aquellas situaciones que en realidad le incomodan. Cualquiera diría que lo conozco tan bien como a la palma de mi mano, al menos es lo primero que uno suele pensar cuando toma en cuenta la gran cantidad de horas que he pasado a su lado. Suena lógico, ¿no es así? El tiempo fortalece los lazos, pero aún con todas las circunstancias que hemos superado juntos, parece que mi querido compañero nunca dejará de sorprenderme.

¿Que de qué rayos estoy hablando? De la onceava versión, por supuesto. Porque, aunque te resulte algo difícil de creer, tengo la impresión de que este nuevo chico es la viva encarnación de todas esas cualidades que Lukas acostumbra mantener ocultas. Para ser más concreta, acabo de descubrir que mi compañero puede llegar a ser bastante temperamental cuando se le provoca y que, en ocasiones, sus emociones son tan intensas que, incluso, puede llegar a olvidarse de la verdadera noción de "límites y consecuencias".

¿Entiendes lo quiero decir con esto, o es que es demasiado confuso para siquiera tratar de imaginarlo? Descuida, haré mi mejor esfuerzo para que puedas comprender los hechos tal y como sucedieron, mas recuerda tener este detalle siempre en mente: todos los problemas inician en el momento en que un desafío entra de por medio.

— ¿Entonces estás listo para tu examen de italiano?

Me uní a Lukas cuando ya le faltaba poco para alcanzar el otro lado del patio, aunque haberme colocado junto a él de manera tan repentina solo hizo que se sobresaltara del susto.

— ¿Examen? —Se giró hacia mí con aire de pánico—. Pero dijiste que hoy estudiaríamos la última lista del vocabulario, Yvonne.

— ¿Yo dije eso?

—Sí.

— ¿Estás convencido?

—Muy convencido.

— ¿Tan convencido como para estar dispuesto a apostar?

Aquello le sacó una sonrisa.

— ¿En serio quieres apostar por algo tan tonto como eso? —Me cuestionó con incredulidad, todavía a modo de burla—. Te vas a quedar sin dinero para el almuerzo.

— ¿Y qué te hace creer que yo voy a perder?

—Que la semana pasada anotaste la fecha del examen en tu calendario —justificó, seguro de sí mismo—. Y ese día no era hoy.

— ¿Ah, sí?

—Lo escribiste en tu agenda.

—En ese caso, no será muy difícil averiguar quién de los dos tiene la razón.

Por algún extraño motivo, estaba convencida de que era él quien buscaba una excusa para zafarse de la prueba y no yo quien acababa de confundir las fechas del calendario. Por eso no lo pensé dos veces antes de aceptar el reto y apresurarme en sacar aquella libreta del fondo de mi mochila.

—Pero ¿qué vamos a apostar?

— ¿Un pastel de manzana? —Sugerí, removiendo las hojas con rapidez para tratar de llegar al mes de agosto.

—Me gusta la idea.

—Quien pierda tendrá que pagar por una rebanada.

—Vale, pero tendrá que ser una de tamaño doble.

«Era de esperarse, ¿no?»

—Hecho. De cualquier forma, Lukas, no seré yo quien tendrá que gastar su dinero en...

Mi tiempo es inestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora