Capítulo 3: 7 de octubre de 2003

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Me cuesta creer que todavía me falten once por encontrar. Aún con todo lo que arriesgué en ese orfanato y los retos que me vi obligada a superar, ¿ni siquiera he completado una décima parte del total del desafío? En serio es absurdo. ¡El tiempo pasa tan lento que parece que llevo semanas enteras atorada en este enredo!

Hay algo sospechoso en el modo en que acontecen los hechos: ayer, cuando retomé mi regreso hacia la granja, creí que Martha no tardaría en cuestionarme e, incluso, que se vería inclinada a comunicarse con algún tipo de autoridad en cuanto me viera cruzar la puerta con un nuevo niño en los brazos. Cualquiera habría sospechado de dos chiquillos idénticos, ¿no es cierto? En especial si es alguien tan joven como yo quien está a cargo de ellos. No obstante, sucedió todo lo contrario a lo que esperaba, pues ella no hizo ademán siquiera de abrir la boca. Se limitó a sonreír cuando traté de convencerla de que ambos niños eran hermanos, hijos de una adinerada adolescente cuyos padres no debían saber de la existencia de sus más "recientes embarazos". Era un cuento exagerado, mas fue la única historia que vino a mi mente en cuanto me topé con su mirada firme.

Su falta de desconcierto me parece tan curiosa como incomprensible; sin embargo, por ahora me he decidido a ignorar las incoherencias y dejar el tema de lado. No pienso darle más vueltas a un asunto que sé que no encontraré la manera de explicar.

«Aceptémoslo: en casos como estos, no cuestionar es la mejor opción»

Trasladar a dos pequeñitos desde la salida hasta las profundidades del bosque resultó ser mucho más complicado de lo que pensé que sería. Íbamos tan lento que las piernas me temblaban, y la situación empeoró en cuanto me vi obligada a cargar con ambos (uno en cada brazo) sin importar el cansancio que amenazaba con nublarme la vista. El adormecimiento en las pantorrillas hizo de mí un peso muerto, ¡y no quieres ni imaginar el dolor en hombros y brazos! Unas punzadas tan espantosas que tuve que parar en algunas ocasiones para asegurarme de recuperar el aliento.

Pausa.

Basta de mentiras. Lo cierto es que las cosas no sucedieron de ese modo, al menos no del todo. Sé que prometí contarte la verdad y, hasta ahora, lo he cumplido bastante bien, es solo que... confesarte esto me da miedo. Me avergüenzo por completo de tan solo pensar en revelarte lo que en verdad ocurrió, aunque también sé que decírtelo quizás pueda ser de mayor utilidad que el solo hecho de mantenerlo en secreto.

Seré sincera contigo: ni siquiera puedo explicar con precisión cómo fue que regresé a la entrada de la cueva.
No tengo ni idea de cómo atravesé el resto del bosque ni de lo que aconteció cada segundo después de que abandoné la cerca principal de la granja. Estaba cansada, sí, pero no lo suficiente para quedarme dormida. Aún no tengo muy claro qué sucedió conmigo, aunque te pido de favor que no utilices este malentendido como una confirmación de mi poca capacidad de juicio. Yo jamás hubiese sido tan imprudente como para tomarme un momento de descanso y permitir que un par de bebés permanecieran desamparados en medio de un montón de pinos.

Pese a las circunstancias que todavía parecen confusas, hay una cosa que sí puedo recordar: acababa de cruzar la salida y pensaba en cómo rayos haría para soportar el peso de ambos chiquillos cuando, así de repente, vi una sombra pasar frente a mis ojos. Fue algo rápido, como el destello de una figura deslizándose entre los troncos de los árboles. Sin embargo, fue la sensación de que alguien nos observaba desde la distancia lo que, al final, me hizo frenar de golpe. Nos vigilaban, casi podía apostarlo.

Desperté hoy por la mañana sin poder traer a mi memoria ni un solo detalle de la noche anterior, preguntándome cómo había hecho para llegar hasta la cueva, o cómo era que mis dos pequeñines habían terminado recostados sobre un grueso cobertor de lana que yo jamás compré. Tampoco encontraba la manera de explicar la presencia del paquete adicional de utensilios, una enorme caja repleta tanto de víveres para el invierno (incluyendo un moderno calefactor de batería) como de alimentos lo suficientemente vastos para que un par de personas sobrevivieran durante días.

Mi tiempo es inestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora