Darla Jonas tiene un don especial, un don que muchos no podrían entender. Darla Jonas tiene el don de ver los colores del corazón. Puede saber cuándo una persona esta triste, feliz, dice la verdad o una mentira, o si siente emoción o si la finge. A...
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NARANJA CALABAZA.
El golpeteo de mi perfecta uña color borgoña contra la mesa del consultorio, hace que el medico canoso y un poco calvo, se sienta algo incómodo en el lugar, aunque no es la primera vez que estamos juntos en esta situación, eso es algo que lo distrae o incómoda un poco y eso lo sé perfectamente.
Pero es que me aburro.
Contrólate, Darla.
Bueno, ya que.
—Todo está en orden.
—Eso significa que no me voy a morir ¿Cierto?
La risa que el médico brota de su garganta, se escucha más como de cansancio.
Ya lo estás cansando, Darla.
—No Darla, no te vas a morir.
—Gracias a Dios, deberías decírselo al que está detrás de la puerta. Mantiene histérico con todo eso.
—Solo se preocupa por ti.
Ante sus palabras, callo y me fijo en la pantalla del computador, si bien me gusta tomarle del pelo...bueno, no del pelo... como sea, aunque me guste jugarle una que otra broma a mi médico, ambos tenemos muy en claro sobre las cosas que se vendrían, si los resultamos de los exámenes no son como lo esperamos.
—Lo sé, gracias Doc y...— hago silencio al ver su corazón, un lindo color naranja calabaza se nota alegre y feliz, tranquilo y sereno. —Felicidades por su aniversario, salúdame a Helena.
Así son los de ese color.
—Así lo haré y gracias.
—Nos vemos Doc, hasta dentro de 6 meses.
—6 meses. — Es lo último que escucho al cerrar la puerta, afuera de la instancia, se encuentra el amor de mi vida o eso le hago creer cada vez que necesito plata.
El dinero existe, solo tienes que saberlo gestionar.
—¿Cómo te fue? — la preocupación es lo que refleja su voz, con una pequeña sonrisa entrelazo nuestros brazos y lo llevo hacia el ascensor.
—¿Tu qué crees? De maravilla, a mí siempre me va bien.
