Darla Jonas tiene un don especial, un don que muchos no podrían entender. Darla Jonas tiene el don de ver los colores del corazón. Puede saber cuándo una persona esta triste, feliz, dice la verdad o una mentira, o si siente emoción o si la finge. A...
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THEODORO DE LUCA.
El reloj de la sala de espera no avanza y todo a mí alrededor pierde color, mi papá toca mi hombro y mi hermana me aprieta la mano, alzo la mirada y todos callan en el lugar.
El silencio nos inunda y nadie sabe que decir o hacer, desde que habíamos llegado al hospital, a Darla la habían ingresado a la sala de operaciones, aproximadamente hace 5 horas.
Su abuela, nunca perdió los nervios y cuando la vio salir del estadio, me tomo del brazo y me arrastro a la ambulancia, verla pálida y con sangre en la ropa, me hizo entrar en shock, en todo el camino no deje de verla y desee volver a ver esos hermosos ojos lilas.
Así sin saber cómo, el tiempo había pasado y hace solo unos minutos, mi hermana había llegado junto a mi padre. Su presencia me hizo que se me iluminará un poco el mundo.
¿Y si la pierdo?
¿Y si le pasa algo?
¿Y si no puedo volver a verla?
Todo es mi culpa, mi culpa.
Me recuesto en la fría silla de metal, junto mis manos y las entrelazo, nunca en mi vida he rezado, nunca he pedido por nada ni nadie, pero si lo puedo hacer ahora, lo haré, lo que sea necesario.
—¿Acompañantes de Darla Jonas?
La voz del doctor me despega de mis pensamientos y me levanto, rápidamente todos los rodean y esta alza sus cejas de sorpresa.
—¿Cómo está, Martín?
—Todo salió muy bien, Salvador, afortunadamente la bala solo se incrusto al lado izquierdo de su espalda, haciendo que no tocará ningún nervio u órgano importante, así que estará bien. No se preocupen, lo peor paso.
—¿Por qué tanta demora? — Levana es la que habla.
—Porque debimos tratarle todas sus heridas, en su pierna tenía incrustado el pedazo de un filo de un cuchillo, todo está bien.
—¿Seguro?
—Sí, Levana, ella ya despertó de la anestesia y la subirán a una habitación dentro de poco— voltea a vernos a todo— sé que todos quieren verla, pero no creo que sea lo más recomendable es que lo dejen para mañana, ahora debe tener reposo.
—Gracias, Martín.
Sin más el medico se retira y todos soltamos el aire que estamos conteniendo, mi hermana me da un abrazo y papá se nos une.
