Darla Jonas tiene un don especial, un don que muchos no podrían entender. Darla Jonas tiene el don de ver los colores del corazón. Puede saber cuándo una persona esta triste, feliz, dice la verdad o una mentira, o si siente emoción o si la finge. A...
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THEODORO DE LUCA.
El expreso cae en la pequeña taza y la acomoda en su plato, con cuidado lo llevo hasta el mostrador, se lo paso al cliente, este solo asiente y se sienta en unas de las sillas de las caferías.
Me aseguro que todos estén cómodos y me recuesto en la pared, trabajo en el Happy Coffee desde que llegue a la ciudad de Jasper, hace solo unos 4 meses, el dueño me acepto sin tantas preguntas al ver mi hoja de vida llena de experiencia.
Sí, mucha experiencia.
Cuando estaba en el extranjero trabaje en todo tipo de puesto, esto me permitió comer y conocer muchos países, en tres años recorrí varios y eso es algo que me llena de orgullo. Aúnque mi familia no estuvo de acuerdo al principio, siempre me apoyaron y heme aquí, tres años después, estudiando lejos de ellos, de Rivital.
—Tu descanso ha empezado, Theodoro. — Anuncia mi jefe y sonrió hacia su dirección, salgo por la puerta trasera del local y me siento en el banco improvisado que hemos armados los dos chicos que trabajan acá y yo.
Saco de mi bolsillo en celular y reproduzco una de las tantas canciones que tengo en la playlist, luego, tomo un cigarrillo y lo prendo para tratar de librar algo el estrés, trabajar y estudiar al mismo tiempo, se ha vuelto algo pesado y todavía me falta camino por recorrer, solo estoy en el primer semestre.
La notificación de un mensaje, hace que la música pare por un segundo, miro el remitente y decido llamar.
—Cuando estaba en el extranjero no era que te comunicaras mucho.
La risa al otro lado suena floja y cansada.
—Por favor, ni celular tenías.
—Nunca me han gustado.
—Es indispensable hoy en día tener un celular, Theodoro.
Tuerzo mis ojos y tomo otra calada.
—Eso lo dicen aquellos que no saben disfrutar la vida, sin un aparato de esos.
