|CAPÍTULO DIEZ: THEODORO DE LUCA.|

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THEODORO DE LUCA

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THEODORO DE LUCA.

La castaña deja de discutir cuando ve el paisaje que nos brinda el camino hacia la casa de mi hermana Loto, el color verde de los pinos es tan brillante dado a que el sol se refleja en ellos y no se puede dejar atrás la atracción principal del pueblo, el lago azul profundo y hermoso.


—Ya ni me acorde de que hablaba— responde sentándose de nuevo en el asiento trasero del taxi y mirándome mal.


Prefiero ignorar sus matadoras miradas, las cuales me ha dado desde el momento que llegamos a Rivital, al decirle que volveríamos a viajar hasta Cadem y luego tomaríamos un auto hasta el pueblo de Lago Cristal.


Ella es todo un caos.


Como siempre y no cosa rara en ella, comenzó hablar sobre la venta de órganos en sí, luego se calmó pero no dejo atrás su mal genio.

En serio debe de haber algo mal en esa cabeza.

La observo fijamente, ella realmente es hermosa, su actitud de hippie liberal le da un toque especial, pero todo se daña cuando abre su boca.

Un completo dolor de cabeza.


—¿Tienes todo memorizado? Señorita Jonas. — Rompo el silencio y ella asiente, levanta la mirada de la carpeta y me la tiende.

—Perfectamente. Pero...

—¿Ahora otro pero?

—¿Cuándo te he dicho peros?

—Desde que salimos.

—Perdón, don perfecto, al que me invita a una cita y me trae al otro lado del país.

—¿Te obligue? — le pregunto tajante y ella solo profundiza su mirada, el lila de sus ojos se ven más profundos y frunce sus labios. —Ya veo que no, señorita Darla, pero, seré amable con usted y le permitiré expresarse libremente ¿Dime cuál es tu pero?

—Eso me pasa por loca— la escucho murmurar y río.

—Como sea, ¿Cuánto nos falta? Señor de Luca.

Me fijo en la carretera, sonrío y saco el celular.




"Llegaremos en 3 minutos"




Envío el mensaje y guardo todo en el bolso, la castaña al ver mi acción se acomoda en el asiento y cierra la ventana, por alguna extraña razón la mantuvo abierta todo el viaje, incluso alego con el conductor por eso.

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