C a p í t u l o - 3 8.

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Los ancianos del consejo se veían mutuamente, curiosos de ser convocados a tales horas de la noche, y nada menos que por la princesa YanLi, unos se veían incluso molestos, pensando que se trataría de nimiedades.

En la sala de reuniones se encontraba el consejo, algunos soldados junto a la princesa y Jin ZiXun, quien también se quejaba alegando haber sido levantado de su sueño, y que, lo que fuera a discutir la joven posiblemente podría esperar para mañana, sin embargo, no se le permitió retirarse.

—¿Por qué la urgencia, princesa? —preguntó uno de los hombres con cansancio.

—Lamento juntarlos a esta hora, pero es realmente importante —expresó YanLi mirando a todos los presentes, no dejándose intimidar a pesar de ser una chica omega en medio de una sala llena de hombres betas y alfas.

Jin ZiXun chasqueó la lengua. —Pues hable de una vez.

Si no necesitara de sus estatus, el joven alfa quizás la hubiera envenenado al igual que a su primo.

YanLi frunció el ceño, delante de ella se encontraba el responsable de su dolor, no lo dejaría salir impune.

—Antes que nada, guardias detengan a Jin ZiXun —ordenó firmemente haciendo una seña a la escolta que la acompañaba. Eran los soldados más leales que tenía, ellos estaban a cargo de su protección desde que Jin ZiXuan había caído gravemente enfermo, por ese motivo no dudaron en apresar a ZiXun.

El alfa se miró sorprendido. —¿Qué? ¡Qué clase de broma es esta!

Por otra parte, el consejo estaba anonadado, confundidos por la situación. Apresar a Jin ZiXun era como someter al actual representante del reino.

—Princesa YanLi, explíquese —pidió un hombre del consejo sin saber lo que ocurría y el arrebato de su orden.

YanLi utilizó su paciencia para no exigir su sentencia de inmediato. Sus ojos fúricos dieron una mirada a ZiXun antes de responder. 

—Delante de ustedes se encuentra el responsable de la caída de nuestro reino, el culpable de la salud de nuestro rey y príncipe—pasando en nudo de su garganta agregó—, el asesino del linaje Jin.

Todo el consejo permaneció en silencio procesando sus palabras. ZiXun no tardó en negarlo, no se dejaría hundir tan fácilmente, estaba tan ansioso de liberarse que ni siquiera se preguntó cómo es que la princesa lo sabía.

—¡Calumnias! ¡Yo he estado cuidando de este reino desde que el rey GuangShan cayó enfermo! ¡Soy yo quien lo ha protegido! —exclamó mirando al consejo, sabía que si ponía un pie en el calabozo sería su fin y no saldría con vida.

La ley en todos los reinos era similar, rigiéndose en un orden esquematizado para aguardar el poder en cierto punto específico. Lo que significaba que atentar ante alguien de alto valor, como la familia real, tenía una condena de muerte que muy difícilmente se podría librar. Así era en los cinco reinos.

Pero antes de llevarlo a la horca debían tener un gran motivo, ya que las sentencias públicas no eran poca cosa.

—Espero tenga alguna prueba de sus graves acusaciones —dijo el consejo mirando a la princesa.

Eso era justo lo que YanLi esperaba que pidieran.

—Por supuesto, incluso tengo testigos —sus ojos se posaron en el general de alto mando—. Déjenlos pasar.

Las grandes puertas se abrieron, los dos omegas que entraron causaron conmoción, en especial Wei WuXian, su apariencia era desastrosa, su ropa seguía húmeda, mechones de cabello se pegaban en su cara y en algunas zonas donde se veía su piel había laceraciones por la soga. Para nada la imagen de alguien de la realeza.

Omega en el HarénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora