C a p í t u l o - 3 9.

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Gracias a las tropas Jin, la capital de YunmengJiang había sobrevivido, el ejército de GusuLan también logró mantenerse en pie, de no ser por la inesperada ayuda la historia sería otra. A pesar de resultar victoriosos habían muchos heridos, algunos demasiado graves, los médicos no se daban abasto atendiendo a todos.

Debido a eso Wei WuXian se encargó personalmente de limpiar la herida de Lan WangJi, no era severa y tampoco requería puntos, así que el omega podría hacerse cargo. Pasaba con mucho cuidado una tela suave, después colocaba un ungüento bastante fuerte sobre la piel. Estaba tan concentrado que nunca notó como Lan WangJi le veía en todo momento.

Estaba por comenzar a vendarlo con la sedosa tela cuando la mano del Lan lo detuvo, WuXian finalmente lo miró.

—¿Te lastimé? —preguntó preocupado de haber ejercido más fuerza de la necesaria.

Sin embargo; a Lan WangJi no podría importarle menos su herida en ese momento. La punta de sus dedos tocaba las mejillas del omega sin terminar de creerlo.

—¿En verdad estás aquí?

WuXian sonrió. —Claro que sí, en cuanto dejé a A-Yuan con mis padres quise venir hacia acá.

Ya le había contado más o menos algunas de las cosas que hizo, empezando por su hijo, ya que fue de lo primero que Lan WangJi preguntó, después de cómo había llegado a QingheNie y luego a LanlingJin. Fue un largo camino, pero valió la pena.

Lan WangJi jaló a WuXian en un abrazo, necesitaba sentir más su calor y aroma.

—Tenía tanto miedo —susurró el alfa con voz ahogada—. Miedo a perderte.

WuXian le regresó el abrazo, cumpliendo su añoranza desde que vio partir al Lan.

—Yo también —dijo apretándose a su cuerpo—, pero ya estoy a tu lado, nuestro hijo está a salvo y pronto terminará esta guerra.

Sus palabras fueron esperanzadoras, aun así Lan WangJi seguía aferrado a él como si se tratara de su vida misma. —No debí dejarlos.

Los ojos grises se cubrieron de una densa nube, recordando escenas atroces y promesas rotas.

WuXian se lamentó. —Lan Zhan, tu gente... No pude cumplir tu petición, GusuLan está...

Simplemente no podía decirlo, recordarlo era difícil, pero hacer una descripción de aquello era todavía peor.

No fue necesario que dijera más, Lan WangJi suspiró con tristeza mientras le acariciaba por la espalda. —Cuando llegué aquí lo supe, fue una trampa.

WuXian elevó la vista. —¿Trampa?

Lan WangJi asintió con gesto duro y ojos llenos de molestia, se culpaba por haber sido engañado.

—Mi padre jamás pidió refuerzos —explicó, recordando su frustración que sintió cuando se enteró, pero ya era muy tarde cuando lo supo—. Quise volver contigo, pero fue imposible.

En cuanto llegó a YunmengJiang y su padre le preguntó el motivo de su llegada se preocupó, en cosa de segundos quiso dar la vuelta y volver a GusuLan, sin embargo; el enemigo se lo impidió. Los Wen habían juntado a los Lan con intención de acabar con ellos de una buena vez, malamente para ellos nunca esperaron que pudieran resistir por varias semanas.

Lo único que habían logrado los Wen fue tomar gran parte de las tierras de GusuLan, pero mientras la familia real viviera sería en vano, debían aniquilarlos y poner fin a la sangre Lan, de lo contrario nunca terminarían de doblegar a la población.

Wei WuXian supo que Lan WangJi había pasado su propio infierno mientras él vivía el suyo. Eso le hizo recordar un tema bastante delicado que aún no había tocado.

Omega en el HarénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora