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Aquella mañana Elara se despertó alegremente. La noche anterior casi no había dormido por los nervios y las ganas de volver a Hogwarts.

Estaba algo triste. Irse significaba dejar atrás a su amiga Pandora y lanzarse a lo desconocido. Pero debía admitir que estaba alegre de volver a su hogar.

Se preparó y recogió sus cosas. Llevaba unos pantalones cortos negros y una blusa blanca de manga larga. Era verano pero en Londres solía refrescar.

Después de eso se dirigió al despacho de madame Maxime, misma que la llevaría a la plataforma 9 y 3/4 mediante aparición.

Llegaron poco antes de que partiese el expreso así que la Potter tuvo que correr para no perder el tren.

Una vez que entró el tren se puso en marcha y la chica buscó el compartimento de su hermano. Aunque algo le decía que seguía siendo el mismo que en primero.

Tomó una respiración profunda y tratando de evitar el temblor, entró. Desafortunadamente el compartimento estaba vacío, pero aún así se quedó allí. Sabía que en algún momento llegaría.

Y sus sospechas se hicieron realidad cuando vio la cabellera rizada de su hermano al otro lado de la puerta.

El chico Potter entró junto a Remus al compartimento. El primero la miró fijamente si saber cómo reaccionar, mientras que el segundo entró tranquilamente.

-Remus: Ah, hola Elara- dijo despreocupadamente al ver a la chica y dejándose caer en uno de los asientos del compartimiento. Pero como si hubiese un muelle debajo se levantó rapidamete- ¡Elara!- Exclamó mientras extendía sus brazos para abrazarla- ¿Que tal estás? ¡Cuanto has crecido!

Aunque el joven Lupin no se quedaba atrás. Había crecido en alto, de hecho, era casi una cabeza mayor que ella. Además, su cabello había crecido y, a diferencia de en primero, en vez de peinarse elegantemente como hacía antes, simplemente se dejó el cabello alborotado.

-Elara: Me alegro de verte, Rem- entonces miro a su hermano-.

-James: ¿Que haces aquí?

-Elara: Bueno, resulta que tuve varias peleas con unas personas muy amigables, gasté incontables bromas y tampoco quería quedarme. Eso parecía un internado.

Quiso omitir la parte del hombre lobo.

-Peter: ¡Elara!- chilló el chico con entusiasmo al entrar en el compartimento- ¿Que tal todo?

-Elara: Genial Pet- miró a los demás chicos notando la ausencia de cierto pelinegro- ¿Donde está Sirius?

-Remus: Llegará esta noche mediante aparición. Su madre insiste para que así no se junte con "impuros"- hizo comillas con los dedos-.

Elara no quiso tocar más el tema.

El resto del trayecto fue encantador. Tres de los cuatro chicos reían sin parar mientras que el otro se dedicaba a mirar en silencio a su hermana. Una parte de el se alegraba de que estuviese de vuelta pero la otra mitad deseaba que no hubiese vuelto. Adoraba a Elara pero el no quería que, el hecho de que hubiese vuelto, lo alejase de Sirius, Peter y Remus. No quería quedarse solo, así que haría lo posible para evitarlo, incluso si eso incluía ignorar a su hermana.

Tras un largo viaje, finalmente llegaron al castillo. Los cuatro chicos se sentaron en la larga mesa de los leones y observaron la selección de casa de los pequeños que entraban a primero. Charlaron sin parar mientras disfrutaban del majestuoso banquete.

-Dumbledore: Señorita Potter, ¿le importaría acompañarme a mi despacho nada más finalizar la cena?

-Elara: Por supuesto señor Director- le dijo con una sonrisa-.

-Remus: ¿Metiéndote en problemas tan pronto, Ela?- preguntó con burla-.

-Elara: Por supuesto, Remu.

Al terminar el banquete se dirigió al despacho del director pero, al no saber la contraseña, se quedó de pie esperando a que alguien saliese a buscarla.

-McGonagall: Disculpe el despiste, señorita Potter- dijo saliendo de la estatua de gárgola-.

-Elara: No te preocupes Minnie, solo han sido 15 minutos de espera.

-McGonagall: No me llames así- sus labios se juntaron en una delgada línea y su ceño se frunció con molestia-.

Alumna y profesora subieron la escalera en caracol y llegaron al despacho del director donde esté las esperaba. Llevaba una túnica granate acompañada de un sombrero del mismo color.

-Elara: Buenas noches director.

-Dumbledore: Buenas noches Elara, supongo que ya sabrás porque he pedido que vengas.

-Elara: Pues no, la verdad es que no.

El director rió.

-Dumbledore: ¿Le apetece un dulce de limón?- Elara agarró un gran puñado que se guardó en su bolsillo- Debido a tu ausencia, es necesario volver ha hacer tu selección de casa, espero que lo entiendas.

-Elara: Por supuesto director.

La profesora McGonagall se aproximó al sombrero seleccionador (el cual reposaba sobre una estantería cerca del escritorio del director) y lo colocó en la cabeza de la joven Potter.

-SS: Mmm, la señorita Potter de nuevo... Interesante... Hace dos años te hubiese colocado en Slytherin pero, a pesar de haber pertenecido a la casa Ombrelune, tu lado Gryffindor se ha intensificado grandemente... Si... Ya tengo claro donde te pondré... ¡GRYFFINDOR!

-McGonagall: Bienvenida de nuevo Elara, para mi es un placer volver a tenerte en mi casa- dijo con una sonrisa-.

-Dumbledore: Felicidades pero ahora tenemos que tratar otro tema.

Ambos profesores y la alumna volvieron ha hablar sobre su posible licantropía. Una vez que salió del despacho se dirigió a la sala común. Allí dijo la contraseña (que previamente le había dicho el director) y se dirigió a su habitación.

-Marlene: Vaya vaya, pero si ha vuelto la niña prófuga.

-Elara: ¿Ya empiezas de nuevo con eso?

Se dirigió a la única cama libre y miró a su compañera de al lado. Era una chica de piel oscura y ojos negros además de un largo cabello azabache lleno de rizos.

-Elara: ¿Y tú eres...?

-X: Dorcas Meadowes, encantada Potter.

-Elara: El gusto es mío, y tú...- miró a otra chica-.

-Y: Mary Macdonald- contestó con una sonrisa-.

-Elara: Un placer, ¿y Lils?

-Marlene: Estará con Snape, ese repugnante y baboso Slytherin- escupió con asco-.

-Elara: Bueno, me voy.

Salió de su habitación y se dirigió a la habitación de los merodeadores.

-Remus: Buenas noches Ela, ¿todo bien?- preguntó nada más abrir la puerta-.

-Elara: Perfectamente.

Entró y se sentó en la cama más cercana, que casualmente era la de Sirius. Este aún no había llegado.

-Remus: Llegará Elara, no te preocupes.

-James: Si Elara, no te preocupes- repitió con burla rodando los ojos y entró al baño-.

-Elara: ¿Y a este que le pasa?

-Peter: Ni idea, lleva así desde la mañana.

-Pequeño imbécil- pensó-.

ՏᎻᏆΝᎬՏͲᎪᎡՏ /ѕιяιυѕ ϐℓαϲκ/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora