Cuando Ellyn se marchó, me acerqué caminando lentamente hasta el escritorio y me senté en el suelo, con la espalda apoyada en la pared.
Azriel movió la silla hasta situarse en frente de mí se sentó de nuevo en ella.
-Vale... -murmuré mientras mientras lo miraba con la cabeza inclinada hacia un lado. -No sé cómo Ellyn va a ser capaz de hacer lo de los guardias.
-Es Ellyn, puede hacer cualquier cosa. -respondió él imitando mi gesto de la cabeza.
-Ni tampoco sé por quién voy a hacerme pasar. -continué.
-Ellyn se encargará. -repitió él.
-No quiero que ella haga todo. -dije mientras apoyaba la cabeza en mis rodillas.
-Solo se encargará de la parte mágica, ya sabes, el resto lo pensaremos ahora, nosotros. No te agobies. -dijo él mientras se ponía de pie.
-Ni cuando irrumpiré. -continué sin escucharlo.
-Durante los votos. -respondió él a la ligera.
-¿Durante los votos? -pregunté. -Durante los votos, claro. -levanté la cabeza y lo miré. -Tienes razón.
-Siempre la tengo.
Extendí una pierna hasta que le golpeé con suavidad la rodilla. Los dos nos reímos y él se sentó a mi lado, pasando su brazo por mis hombros. Yo apoyé la cabeza sobre su pecho.
Nos quedamos un ratito en silencio, apreciando la presencia del otro, inundándonos del aroma del otro.
-Sin guardia no es nadie. -murmuró él. -En realidad no es nadie.
-Estoy bien. -dije. -No me asusta. ¿Tú estás bien?
-Si. -respondió.
Se hizo de nuevo el silencio, pero yo lo rompí.
-Eso mismo dijiste a través del pergamino. -solté con mucho cuidado. No quería que malinterpretara mis palabras. -Me preocupa, Azriel. Que no seas sincero conmigo... Porque pienso que puedes estar pasándolo mal y yo no lo sepa. Que ocultes tu dolor y minimices tu sufrimiento. -hice una pausa para cogerlo de la mano y comenzar a jugar con sus dedos. -No quiero que pases por cosas así tú solo porque... -llevé su mano hasta mi pecho, hasta mi corazón. -Porque duele más si te lo guardas para ti que si lo compartes con alguien.
Él se quedó en silencio y respiró profundamente un par de veces antes de continuar.
-Es que... Llevo mucho tiempo haciéndolo y... No me gustaría volver a exteriorizarlo porque....
-Duele. -terminé por él. -Claro que duele, pero si lo compartes, te prometo que dolerá un poquito menos.
Cerré los ojos y respiré profundamente, asimilando todo lo que Azriel me había dicho, dándome cuenta de nuevo de todo lo que había sufrido.
-Lo siento... -musitó él.
-No, no lo sientas. -dije mientras apretaba suavemente su mano. -Solo... No vuelvas a hacerlo. -No dijo nada. -Creo... Creo que debería haber total sinceridad entre nosotros, ¿no crees?
-Con todo lo que está pasando... Yo también lo creo, la situación lo requiere.
-De acuerdo.
Y de nuevo, silencio. Un tiempo para repasar las palabras que nos habíamos dicho y dejando que nuestra presencia nos llenase mutuamente. Simplemente disfrutando de la presencia del otro, acurrucados en el suelo, y con nuestras manos entrelazadas. De la unidad que componíamos cuando estábamos juntos, cuando nuestras piezas encajaban.
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La reina del olvido
FantasíaIlarya Madingley, la falsa perfección en persona, princesa heredera del reino de Mananthica, lleva una vida basada en mentiras. Ella es curiosa e inconformista, por lo que cuando se da cuenta de que todo el mundo parece ocultarle algo no duda en pon...