CAPÍTULO 48

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Esperamos durante una hora en la cima de la muralla a que los soldados se acercaran lo máximo posible. Ninguno de los dos bandos se atrevía a lanzar su ataque, y Addie decía que mantener esa tensión era beneficioso. Hasta que dió la orden de atacar.

Azriel me había cogido de la mano mientras yo clavaba mis ojos en las espadas que atravesaban cuerpos. Observaba en silencio.

El olor metálico de la sangre llegaba hasta mis fosas nasales, a pesar de la distancia. Sentí ganas de vomitar varias veces.

-¡NO ROMPÁIS LA LÍNEA DE DEFENSA! -era lo que Addie más repetía. Los soldados lo repetían para que llegara a los que estaban más alejados.

-¿Cuándo intervenimos? -pregunté varias veces.

-Aún no. -respondía ella siempre. Parecía estar esperando al momento ideal.

Me mataba estar quieta allí arriba, viendo como otros morían... Por mi culpa. Literalmente morían por decisiones que yo había tomado. No dejaba de repetirme que las cosas habían llegado tan lejos porque yo estaba empeñada en que debían de ser de otra forma. Yo había causado todo eso.

A lo lejos, comenzamos a distinguir la forma de un carro tirado por caballos. Dos carros.

-Dame eso. -le pedí a Addie, que me pasó un catalejo. El corazón me comenzó a bombear más rápido.

-Azriel... -balbuceé al pasarle el instrumento.

-Traidor. -declaró él al verlo.

En aquellos carros tirados por caballos se acercaban a toda velocidad iban Gennady y otro hombre. Supe que se trataba del rey de Yharan porque Aleksander estaba a su derecha.

Traidor. Sucio traidor.

-Nunca debí confiar en él. -maldijo Azriel. -Nunca -golpeó con el puño sobre la muralla. - debimos acudir a él. -soltó un gruñido que me hizo estremecer.

- No es culpa tuya. Es él. Es... culpa suya, ya no hay remedio. -le dije para intentar calmarlo, luego me giré hacia Addie. -Addie es ahora. Tenemos que bajar.

Ella me miró durante unos segundos hasta que asintió.

-Id. Yo os alcanzo ahora. En aquel carro hay armas, -lo señaló. - equipaos con lo que necesiteis.

Asentí y me di la vuelta para bajar, pero Azriel me detuvo sujetándome por el brazo.

-¿Estás segura de lo que estás a punto de hacer?  -preguntó estudiando mis facciones.

-Completamente. -respondí sin dudar. -Voy a luchar por lo que creo que es justo, por lo que he empezado esta guerra. Voy a acabar con él.

-Me encanta. -dijo él mientras me adelantaba para bajar las escaleras que nos llevarían al campo de batalla.

Llegamos hasta el carro que Addie nos había mencionado y cogimos todo lo necesario.

Me enfundé todas las hojas que pude.

Esta vez no había arco, no sería práctico.

Azriel cogió dos espadas atadas a su espalda, una en la mano y múltiples cuchillos en varias partes de su cuerpo.

No tardamos en estar listos.

-Bien. Vámonos. -dije cuando él terminó, dirigiéndome hacia el caos.

-Ilarya. -me llamó él.

-¿Qué?

-Que te quiero.

Me lo dijo mirándome a los ojos de la forma más sincera en la que nadie me había dicho esas palabras nunca. Sentí pánico frente esa sinceridad tan repentina.

La reina del olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora