🐺 Capítulo 4 🐺

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— Por último esta es la cafetería —abre las puertas

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— Por último esta es la cafetería —abre las puertas.

Un salón muy amplio me recibe con varias mesas y sillas, el gran ventanal da una vista al bosque increíble, en la derecha hay una pequeña cocina donde ya se ve a gente trabajando. Debido a la hora no ha muchos estudiantes pero los que están solo me miran con curiosidad.

— Vamos a tu salón de clases —informa Camila.

Asiento en respuesta y la sigo, caminamos por los largos pasillos, ahora entiendo porque todos tienen tan buena rendicion física, caminan mucho, cada área está más alejada de cada cosa haciendome más difícil mi traslado.

— Te toca Filosofía en el salon... —revisa la bitácora concentrada—, A trecientos veinte.

Abro los ojos exageradamente al escuchar el número.

¿Cuántos salones hay?

La sigo en silencio recorriendo los pasillos, al pasar en los salones se pueden escuchar a los maestros dar clases, en algunos hay risas y otros están vacío.

— La comida de la cafetería es completamente gratis, va dentro del costo de la colegiatura —informa—, necesito que pases a la hora del almuerzo conmigo para darte una tarjeta y con ella puedas comprar algunas cosas de las maquinas y al final del mes puedas recargarla.

Asiento entendiendo la nueva información, no sabia que las escuelas podían tener eso, a pesar de estar alegada de las cosas tiene mucha tecnología, me atrevería a decir que tiene hasta más que una de la Ciudad.

— ¿Sabe donde podría conseguir trabajo? —le pregunto.

— Puedes ir a una cafetería que no está tan lejos de aquí, los dueños ya son algo viejos y creo que les vendría bien ayuda extra. —sonrie.

Yo ya tenía pensado en buscar un trabajo, se que mis papás les mandaran dinero a mis abuelos pero no quiero eso, quiero yo tener mi dinero y cuando regrese poder comprar algo ahí y ayudar a mi familia, claro que también en mi estancia aquí pagaré algunos gastos de la casa.

— Gracias.

Puedo visualizar el salon trescientos veinte a lo lejos, Camila al llegar a la puerta da pequeños toques casi inaudible para mi oído.

La puerta se abre unos segundos después dándole la vista a un señor algo alto vestidos de traje, no negare que se ve un poco joven, casi unos tres años más que yo.

— Buenos días Camila —sonrie.

— Buenos días Rober —me mira de reojo—, te presento a Marina Moore

El profesor que ahora se que se llama Rober me mira y asiente aún con la sonrisa amable. Me permito detallarle, tiene una simple playera azul, unos pantalones de mezclilla sensillos con unos zapatos negros. Su cabello está bien peinado y sus ojos color miel brillan con alegría y emoción. Hay una pequeña barba creciendo de su rostros haciendo su mirada un poco más madura.

Mi pequeña Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora