🐺 Capítulo 38 🐺

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Siento mi cuerpo adolorido y cansado, me remuevo cuando siento que alguien me levanta y camina conmigo, siento como caigo en algo muy suave y después me arropan

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Siento mi cuerpo adolorido y cansado, me remuevo cuando siento que alguien me levanta y camina conmigo, siento como caigo en algo muy suave y después me arropan.

Cuando despierto me doy cuenta que estoy en mi habitación, al ver la hora me sorprendo al fijarme que son las cuatro de la tarde. El lado de mis ciwtikkas me arde y hay un alga pegada a mi piel, al instante la reconozco como una planta curativa.

Con todas mis fuerzas me siento recargandome en la cabecera, mis garganta la siento seca y cuando intento hablar mi voz sale muy rasposa.

Al cerrar mis ojos los recuerdos de Amara y Marina se me viene a la cabeza.

Esta en la casa —avisa Vlad

¿Cuando tiempo llevo en la cama?

— Tres días.

Me sorprendo y suspiro acomodandome en la cama, su olor poco a poco se va acercando y escucho sus pasos apresurados. Sonrió cuando abre la puerta.

— Despertaste.

Se acerca a mi con Amara en sus brazos y las dos con mucho cuidado me llenan la cara de besos, Amara se acomoda en mi lazo derecho y Marina con los ojos llorosos en el izquierdo.

— ¿Como te sientes?

— Cansado —como puedo le respondo

Toma algo de la mesita y me tiende un vaso con agua que le agradezco enormemente, al primer trago no puedo parar y me termino el vaso.

— ¿Cómo estás mi niña? —le pregunto a mi hermana

Juega con el mechón de su cabello y me mira con una sonrisa.

— Ya no tengo miedo —asegura—, tampoco recuerdo nada.

Frunzo el ceño con eso último y miró de reojo a Marina.

— Por qué no mejor le enseñas a Ethan lo que le hiciste —le propone a mi hemana

La pequeña asiente y sale corriendo de la habitación.

— ¿Lo olvidó todo?

Marina suspira y asiente un poco tensa.

— La primera noche que estuvo aquí se puso demasiado mal. Gritaba y lloraba por las constantes pesadillas que tenía —empieza—, no podía estar en un lugar sola porque lloraba. Violet nos recomendó hacer que pierda la memoria.

De solo imaginar todo lo que sufrió Amara hace que se firme un nudo en la garganta, miró hacia otro lado evitando derramar lágrimas pero me es imposible. Me siento tan culpable por no poder protegerla, de no cumplirle mi promesa que nadie la lastimaria.

La mano en mi mejilla de Marina me hace voltear y mirarla a sus ojos, esos ojos grises que desde la primera vez que los vi me echizaron. Me da un corto beso y se acercó más a mi.

Mi pequeña Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora