La punzada de incomodidad llega como un latigazo molestándome más de lo que debería.
Comparten una mirada que no entiendo y el regreso de Silvia me molesta aún más.
—¿De qué me perdí? —pregunta falsamente y yo contengo las ganas de lanzarla por la ventana.
—De nada que te importe. —golpeo su hombro cuando paso por su lado para salir de ahí.
—¿Quien te crees niña estúpida?
—Una bruja muy poderosa —la encaro—¿Y tú? ¿Solo una estúpida ex ardida?
Enarca las cejas como si comprendiera todo y sonríe.
—Así que ya te enteraste —se acerca más a mi— debo admitir que fuiste muy lenta, de no ser por Cristian—lo mira— ni siquiera te habrías enterado.
—Bueno pero ¿Si sabías que ella es la novia de Ethan, no? —habla Cristian, le aplaudo mentalmente pero también me dan ganas de golpearlo.
La sonrisa que tenía se le borró y yo esbocé una pequeña para medio ocultar mi satisfacción.
El duelo de miradas no acaba ni cuando Ethan entra, él y su padre nos miran confundidos, ella corre a lado de Ethan y lo toma del brazo.
—Les traje una botella de Whisky ¿Aquí o en salón?
—Paso. —Ethan quita la mano de ella de su brazo y me mira.—Tengo que hablar contigo.
Asiento y camino hacia él, por un momento Silvia me estorba el paso pero termina por quitarse cuendo su padre le habla.
—¿A dónde vamos?—pregunto cuando enlaza nuestras manos y comienza a caminar rápido.
No responde, solo me da una pequeña ojeada y sigue su camino adentrándose en una puerta que no había visto en la parte trasera de la casa.
La abre y mi mandíbula cae al suelo con la vista que tengo enfrente, esa puerta conduce a un jardín enorme subterráneo como de cuento y con muchas flores.
Me mira pero no tengo palabras así que solo sonrío y camino maravillada con la vista.
Ethan cierra la puerta a su espalda y cuando se da la vuelta, comienza a respirar con dificultad, se toca el pecho y con la mirada me pide que lo ayude antes de caer de rodillas.
Corro hacia él y lo intento tocar pero su piel me quema, quema tanto que suelto un quejido de dolor.
Pequeñas chispas rojas salen de su espalda, sus ojos comienzan a ponerse naranjas y a sudar horriblemente.
Me arrodillo enfrente de él y acuno su cara entre mis manos, el dolor es insoportable, le comienzan a escapar lágrimas y sus quejidos silenciosos mandan una punzada a mi pecho.
—omne malum corpus tuum deseras, non dolebis dum vivo et mehercules te valebis.
Cierro los ojos centrándome en el hechizo que comienzo a recitar, pasados unos minutos deja de llorar pero el contorno rojo no desaparece y sigue quejándose de dolor.
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Mi pequeña Luna
WerewolfMarina Moore tiene una vida muy normal pero por problemas familiares decide irse a vivir con sus abuelos en un pueblo extraño muy alejado a lo que ella estaba acostumbrada, pero todo era para olvidarse de su pasado. Ethan Cooper es el Alfa de la ma...