Lia Blake
No sé cómo debo sentirme en estos momentos. Siento que mi corazón bombea a un ritmo descontrolado y mi cuerpo no puede reaccionar porque no da crédito a lo que ven mis ojos. ¿Qué hace aquí? ¿Cómo me ha encontrado?
Ahora mismo lo último que se me podía pasar por la mente es ver al castaño de ojos azules parado en la puerta de casa. Muchas veces me he acordado de todo lo que paso aquella noche ya que al fin y al cabo cambió mi vida días después, fue el detonante que hizo que por fin me librará de la amargura de vida que llevaba.
Recuerdo a la perfección todo lo que sucedió, cada detalle, de lo que sentí y lo que tuve que presenciar en esa dichosa fiesta porque es algo de lo que no me puedo olvidar. No se puede olvidar algo que te deja marca. No se puede. Por mucho que quieras no se puede. También hay días en los que me acuerdo de él, la manera en cómo lo conocí, lo que sentí la primera vez que lo miré a sus ojos, a sus hermosos ojos azules y por supuesto el miedo que me provocó, las crueles amenazas a causa de la oscuridad que posee en su interior y por otro lado me acuerdo de cómo se comportó conmigo el día que desperté después de la gran paliza que recibí y que casi acababa con mi vida.
Ese día fue diferente, él se comportó diferente, tan diferente que parecía otra persona y eso me gustó. Su preocupación, la manera en cómo me trató y la sensación tan gratificante que mi cuerpo sintió al tocar su piel. Si me gustó no voy a negarlo. Y tampoco puedo negar que me encantaron aquellas palabras que salieron de él, aunque me dejara confusa y confundida y puede que igual no fueran enserio, no lo sé al cien por cien, pero mi interior quiso creer que si que lo fueron.
Sin embargo, luego todas esas sensaciones buenas se esfumaron al día siguiente cuando sentí que volvió a ser otra vez como era. Cuando desapareció por días y no supe más nada de él, y a día de hoy sigo sin entender el por qué lo hizo, por qué no quiso verme esos días, por qué después de decirme que le importaba ni siquiera tuvo la valentía de venir. Y después de mucho tiempo reflexionando creo que me he dado cuenta de que fui una ilusa al intentar creer que le importaba.
Por eso me fui, me fui sin decir nada, sin despedirme de nadie solo de mi mejor amiga y porque fue todo gracias a ella del que hoy esté aquí y haya empezado una vida nueva. He contactado con ella un par de veces para hacerle saber que estoy bien y que no se preocupase por mí. Y para informarla de que le iba a llegar el dinero que me había dado como préstamo ya que mi trabajo me ha permitido devolvérselo. Pero jamás imaginé encontrarme con esta situación ahora.
Recordaba que era un chico guapo, pero ahora mismo me parece que está muchísimo más atractivo de lo que me creía, supongo que de tanto tiempo sin verlo lo he olvidado un poco. La expresión de su cara no sabría cómo interpretarla, pero siendo él diría que no está muy contento que digamos.
-¿Ni un hola vas a decirme? –pregunta ya que por mi parte no sale la iniciativa de saludar.
-Eric... ¿qué... qué haces aquí? –pregunto anonadada mientras sigo intentado asimilar su presencia.
-¿Tu qué crees? –me responde con otra pregunta y en ese momento la voz de Matt nos interrumpe.
-Eh hermosa, ¿quién es? –dice caminando hacia mí -¿Todo bien? –pregunta cuando llega a la puerta y ve en frente al castaño de ojos azules y contemplo como este tensa su mandíbula al ver a Matt y la expresión de su cara cambia a enojo.
-Todo bien no te preocupes Matt, se ha equivocado –digo sintiendo una cierta temible sensación por lo que acabo de decir y a la vez cerrando la puerta mientras veo como el furor de la cara de Eric aumenta.
<<Lia, creo que las liado un poco>> mi consciencia me habla.
-Qué raro era ese tipo, ¿no?

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Hasta que logren acabar conmigo
Teen FictionLia Blake es una dulce chica de 17 años que tras la muerte de su madre no le queda más remedio que vivir con su padrastro, un hombre que hace que su vida sea un infierno. Un día asiste a una fiesta a escondidas y allí se topa con uno de los chicos m...