Capítulo 35

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Lia Blake

Enseguida veo como su cuerpo reacciona moviéndose del suelo y siento un gran alivio encima. Mi cuerpo se relaja, se va relajando hasta el punto de que empieza a quedarse dormido y que a mis pulmones les va faltando oxígeno.

-Eh Lia, Lia mírame –oigo como Ethan me habla, pero mi cuerpo no reacciona –Aguanta un poco. No te duermas –noto como sus brazos me recogen del suelo, pero al segundo siento como mi cuerpo es golpeado otra vez contra el suelo soltando un grito de dolor. Me atrevo a recuperar un poco el aliento y luego mis ojos ven que Matt con su brazo ensangrentado por el disparo le da golpes a Ethan.

-¡Lia corre! –grita su voz jadeante. Miro por el suelo en busca de la pistola, pero no la veo ¡Maldición! No se si voy aguantar mucho más, ni si aún me quedan fuerzas como para levantarme o caminar.

No tengo idea de cómo lo he hecho, pero me encuentro ya en la puerta saliendo de la vieja cabaña. Miro a todas direcciones y solo se ven árboles a los alrededores. Me adentro en ellos y camino a tropiezos durante unos largos minutos sin ninguna dirección en concreta. Ya ha oscurecido y casi no se puede ver nada. Me detengo en uno de los árboles al sentir un ardor en mi abdomen debido a la puñalada. Deslizo mi cuerpo por el tronco hasta tocar la húmeda tierra y me quedo allí sentada descansando. Miro de nuevo la herida viendo como la sangre sale a menor cantidad, pero entonces oigo su maldita voz:

-¿Dónde estás Lia? No tienes escapatoria.

La verdad es que no la tengo y mucho menos en este estado ¡Joder! Mi mente comienza a pensar en que, si Matt está aquí entonces, ¿dónde está Ethan? ¿Qué le habrá hecho? Una sensación aterradora siento por todo mi cuerpo. No quiero ni pensar en que pueda estar muerto, que lo haya matado.  Pongo mis manos sobre mi boca tapándola para no soltar ningún sollozo que pueda escucharse. Intento contener mis lágrimas. No puedo ser débil ahora. Tengo que ser fuerte y seguir luchando. Pienso en mi castaño deseando que estuviera aquí, que viniera a salvarme. Pero no va a pasar. Nadie vendrá. Estoy sola.

Me percato de que ya no se escucha ningún ruido. Ningún sonido de alguna rama siendo pisada, ni pasos cercanos. Solo hay silencio con la excepción del canto de algún que otro pájaro. Asomo un poco mi cabeza para inspeccionar, pero como era de esperar no veo nada, ningún movimiento, ni una sombra o silueta que pudiera ser de él ¿Se habrá ido hacia otra zona? No tengo idea, pero debo moverme de aquí, huir o al menos intentarlo.

Doy un último vistazo por todas las direcciones para asegurarme de nuevo que no hay peligro a la vista y una vez confirmado me levanto lentamente del suelo y huyo lo más deprisa que puedo. Conforme voy avanzando por el bosque choco contra las ramas, arbustos, doy tropiezos y miro cada cierto rato hacia atrás para comprobar que no está persiguiéndome.

El agotamiento de mi cuerpo se hace cada vez más notable pero aun así en estas condiciones no puedo rendirme. Llevo como unos minutos sin parar de correr. Solo veo árboles pasar por mi lado nada más y no hay ni rastro de ninguna carretera cercana, cabaña o ruidos de personas ¿Y si voy en la dirección equivocada? Estoy muy perdida. Tan perdida que creo que esto es como si fuera un callejón sin salida. Me detengo unos segundos de nuevo para echar mi vista hacia atrás pero cuando mi cabeza vuelve para delante choco contra algo y alzo mi mirada esperando lo peor.

-Te dije que no tenías escapatoria –suelta mientras reacciono dando unos pasos atrás para alejarme. Matt saca su arma para apuntarme –Camina –dice señalando hacia un lado. Miro por todos lados con la intención de escapar, pero me doy cuenta de que eso es algo inútil y no me queda otra opción que hacer caso a sus órdenes y me muevo hacia donde me pide notando como la punta de la pistola hace contacto en mi espalda.

-¿A dónde vamos?

-Ahora lo verás.

-Si vas a matarme, ¿por qué no lo haces ya?

Hasta que logren acabar conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora