8. Sirius Black Parte 2

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Aitana se quedó a vivir con Sirius, era su mayor y mejor compañía. Eran una pareja peculiar. Tenían citas en el salón o se la pasaban mucho tiempo en la cama. Ya me entendéis. El lado positivo es que a pesar de las malas circustancias eran felices. Aunque a ella no le agradara esa casa, la frialdad y el aspecto, ya que la familia Black, sin contar a este, eran seguidores de Voldemort en vida. Y por no decir los gritos de la madre en el cuadro, era insoportable. Hasta Sirius lo decía.

Ahora mismo se encontraban algunos de los jóvenes del ejército de Dumbledore batallando con mortífagos dentro del Ministerio,en el Departamento de Misterios. Pues, Harry, que se hallaba como no en Hogwarts cursando, tuvo una visión en sueños, veía que su padrino corría peligro de muerte. Sin tiempo que perder en vez de corroborar si era cierto o no se abalanzó al lugar. Aquel frío pasillo que siempre veía en sueños, donde en su día el padre de su mejor amigo fue atacado por una serpiente y dejado a su suerte.

- ¡Estad alerta! - gritaba, desesperado, mientras esquivaba y lanzaba hechizos. No quería que sus amigos, los cuales insistieron en no dejarlo ir solo, sufrieran o murieran.

-  ¡Hermione cuidado! - la apartó de un empujón sin tirarla y esquivó la maldición.

- Gracias Ronald. - exhausta.

Comenzaron a correr y a luchar por sus vidas. No dejaban a nadie atrás. Se ayudaban mutuamente y seguían adelante.

Vieron una puerta y Harry no dudó en abrirla, Neville la cerró a su paso.

Ellos desconocían que se hallaban en la Cámara de la Muerte,una gran cámara resonante, tenuemente iluminada y rectangular, y en cuyo centro se encontraba sobre un estrado de piedra en un enorme foso rocoso de unos veinte pies de profundidad, con bancos alrededor de la habitación y descendiendo en escalones, como en un anfiteagro (o como la sala 10 del Wizengamot) y rodeado por un aire frío y una quietud total.

Sobre el estrado se erigía el velo, que estaba representado por un alto arco de piedra tallada que parecía muy antiguo, agrietado y de aspecto ruinoso que parecía increíble que aún se mantuviese en pie (sobre todo porque no estaba apoyado en ningún muro), y del arco colgaba el velo, que parecía una cortina negra hecha jirones la cual ondeaba suavemente y se balanceaba ligeramente.

Potter bajó y fue seguido de su equipo. Se acercó curioso y creyó tener la sensación de que había alguien de pie justo detrás del velo, al otro lado del arco, sus palabras eran inaudibles exceptuando los "suaves susurros y murmullos".

-¿Escucháis eso?

- Yo no escucho nada, Harry. -respondió la pelirroja.

- Yo también lo oigo. - dijo Luna mirándole.

La puerta fue derribada, en un abrir y cerrar de ojos una gran humarada negra pasó por encima del Elegido que tuvo que agacharse con la varita en alto. Al disiparse vio a sus amigos, en diferentes puntos de la sala, con un mortífago detrás, apuntandoles con sus varitas.

- Ríndete Potter, y dame la profecía. Tus amigos no tienen porque salir heridos. - Lestrange rodó sus ojos. - Dámela. - se referia a la esfera ovalada que llevaba consigo.

Una batalla estalló entre Malfoy y Potter, hasta que La Orden del Fénix apareció para salvarlos. Una maldición iba para Harry pero Sirius la rechazó.

-Con mi ahijado no, Lucius. - sonrió de manera chulesca y batallaron.

Todos luchaban sin parar, sin descanso y sin bajar la guardia.

Bellatrix apareció para ayudar a Lucius mientras Sirius tenía una breve conversación de orgullo con Harry. En ese momento de debilidad, la de cabellos locos y rizados le lanzó la maldición asesina.

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