6.Betty Cooper

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Las niñas se encontraban en la habitación de su hermana mayor, estas esperaban impacientes a que ella se peinara el cabello para que también se los peinara a ellas, como de costumbre.

- ¿Vas a tardar mucho? - una joven rubia de doce años miraba impaciente a Polly.

- ¡Estoy ansiosa porque me hagas un peinado increíble! - esta vez habló la hermana menor de once años, de cabello castaño, muy liso que caía por su espalda. Sus ojos eran marrones oscuros.

La mayor sonrió viéndolas a través del espejo de su tocador. Viéndolas en la cama impacientes.

- Esperad un poco más y ya mismo estoy con vosotras. - las dos se miraron y sonrieron ampliamente.

En el salón de su casa se encontraban sus padres, Alice y Hall Cooper, conversando mientras ella prepabara la comida para almorzar.

- Te lo he dicho Alice. Hay que hacerles la prueba. Quiero saber si tienen el mismo gen que yo.

Su mujer no quitaba la vista del filete de carne que se hacía en la sartén.

- Querido, ¿por qué tanta prisa? Son solo niñas. Además, ¿de qué gen hablas? - lo mira un segundo y luego se vuelve a concentrar.

- Sé que solo son niñas, Alice. - se le veía un poco estresado mientras hablaba. - Eso no importa ahora.

- Bueno, ya iremos al médico para que les hagan esas pruebas. Por ahora céntrate en pasar más tiempo con todas, Hall. No solo con Betty. - suspiró la mujer. - No tendrías que tener favorita.

- Lo dice quien tiene a Polly en un altar... - se lleva una mano a la barbilla atónito por las palabras de su esposa.

- Eso no es verdad. - tira con fuerza el paño con el que se limpiaba las manos, cayendo este en la mesa.

- Ya, lo que tú digas. - y dichas estas palabras se alejó. Se asomó al pie de las escaleras mirando al piso de arriba, escuchando a sus hijas hablar emocionadas. No pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa. Él siempre conseguía lo que quería.

Asi que, semanas más tardes, fingiendo que tendrían una excursión por las calles de Riverdale, las llevó a hacerse las pruebas.

- Y ya sabéis hijas, ninguna palabra a mamá. Al menos por ahora, ¿entendido?

Las niñas asintieron, contentas de estar comiendo su helado favorito, como recompensa por comportarse bien en el médico y como soborno.

Años más tarde.

- Hay que descubrir quien es Capucha Negra, Jugh. Sigue muriendo gente... - se lleva las manos a la cabeza, frustrada. Su novio tomó asiento en su cama en frente de ella y quitó con suavidad sus manos. Haciendo que lo mirara a los ojos.

- Tarde o temprano hallaremos pruebas y sabremos su identidad. Detendremos a ese canalla, ¿vale? Te lo prometo,Betty.

Ella sonrió de manera delicada y dejó un beso en sus labios. Lo que llevó a que acabaran desnudos en la cama.

Al mismo tiempo en las calles de la ciudad.

- ¿Puedo saber a donde vamos, papá? - preguntó Andrea, la menor de las Cooper.

- Ya lo verás, cariño, ya lo verás.

Entraron a un local y fueron a una zona alejada en la parte de arriba. Entraron a una habitación y Hall la miró.

- Voy a contarte algo, hija. Y deberás guardar el secreto. -cerró la puerta, no sin antes observar a ambos lados del pasillo. -Además, me vendria bien tu ayuda. - apoya su espalda en una amplia estantería. - Soy Capucha Negra. Y como sabrás, tu hermana y ese intento de detective están investigando. No deben descubrirlo, Andrea.

Sintió que su cabeza y su estómago explotarían. Era mucha información que asimilar de pronto. Su respiración se agitó,  sus manos sudaban. Lo miraba con miedo, dando un paso atrás chocando con la puerta cerrada. No podía creerlo, ¿su padre era un asesino? ¿desde cuándo? Él, el hombre que la tapaba para dormir y dejaba un beso en su frente tras irse, sin apagar la luz. Pues, tenía que asimilar que la oscuridad era su amiga.

- No me tienes miedo, cariño. ¿Nunca has pensado por qué comencé a pasar más tiempo contigo, padre e hija que con tus hermanas?

- Sí, era raro que dejaras de lado a la niña de tus ojos. - comentó con rabia. Él sonrió de manera siniestra.

- Betty dejó de serlo cuando descubrí los resultados de las pruebas.

- ¿Aquellas estúpidas que nos hiciste hacer de niñas? - preguntó cruzándose de brazos.

Asintió convencido.

- Tú y yo somos iguales, Andrea. Por eso tenemos esta conexión. ¿O acaso le dije a tu madre lo del gato? ¿lo del hámster? ¿lo de aquel pobre e inocente perro?

La castaña tragó saliva, su cuerpo se tensó.

- Compartimos el mismo gen. MAO-A.

- ¿Y eso qué narices es?

Se hizo un silencio pero no incómodo si no tenso.

- El gen del asesino en serie. - dijo, por fin, su padre. Mirándola con orgullo.

- Eso... eso... no es... posible...

- Si, si lo es. - se acercó a ella despacio. - Ahora únete a mi, pequeña. Y desatemos juntos el caos en la ciudad de Riverdale. - dicho esto, la acercó a su pecho para abrazarse. Andrea no sabia que decir o que pensar.

Lo único que sabía era una cosa. Desde muy pequeña sintió una oscuridad que se hacia cada vez más grande en su interior.

"Quizás papá tenga razón" pensó, antes de separarse del abrazo y mirarle a los ojos.

- Vale.

~☺️~

Este shot ha sido pedido por mi amiga Andrea. Seguro que no es como te imaginabas que seria.

Espero que te haya sorprendido y gustado a partes iguales.

Y... ¡Gracias a quienes leéis esta historia! Sois unos lectores bien hermosos e impresionantes ❤️

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