46. Niragi

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Era una mañana tranquila. Aún no habían indicios de algún nuevo juego por lo que, los residentes de la playa bailaban al son de la música, bebían, se drogaban y tenían sexo, mucho.

Una chica joven de cabello corto, debajo de sus hombros caminaba por la zona, ignorando a todo aquel con quien se cruzaba. Dejaba los ojos en blanco cuando algún chico borracho la miraba de arriba abajo y se relamía los labios.

- Por fin te encuentro. - dijo.

Los ojos café del chico brillaron por un segundo. Él siempre tenía esa mirada fría y calculadora, y como no, las manos en los bolsillos de su chaqueta. La cual lleva puesta siempre, curioso, ¿No?

- Hola. - saludó, sin más.

- Que aburrimiento, ¿verdad? - resopló mientras quedaba de pie justo a su lado. - Siempre es lo mismo, no pasa nada interesante.

- Ya. - se encogió de hombros.

Ella lo miró por encima del hombro.

- Como cada día, Chishiya, adoro nuestras conversaciones fluidas y la mar de entretenidas. Aprendo mucho contigo, gracias. - decía, sarcástica.

- Me alegra poder ser de ayuda. - respondió burlón. - ¿No has averiguado algo qué nos sea útil para el plan?

- No, solo lo mismo que ayer te dije. No creo que vaya a ser tan difícil robar esas cartas.

- No les subestimes.

- Que ellos no nos subestimen. - sonrió la de ojos color miel.

El de cabello plateado sonrió de lado. Le gustaba su actitud. No eran tan distintos al fin y al cabo, aunque esas pequeñas cosas que los diferenciaban, era la que más les gustaba a él de ella.

- Por cierto, aún no he tenido el placer de conocer a los nuevos. - lo miró a los ojos, este mantuvo el contacto. - Por lo que vimos en aquel juego son buenos. Seguro que ya has pensado en eso, supongo. En utilizarlos para nuestro beneficio. -aclaró lo último, haciendo énfasis en "nuestro".

-  Supones bien. - observaba a la gente como de costumbre. - Por ahí viene Niragi. - le susurró al oído, erizando la piel de T/n (tu nombre).

- Genial, si no quieres que ese cabronazo te deje calvo... mejor me voy a conocer a los nuevos.

- Kuina ya me dio el visto bueno. - ignorando lo anterior. - Sólo faltas tú.

- ¿Acaso influirá en la decisión si me opongo? - alzó una ceja, divertida. - Ambos sabemos que no. Y tu misterioso silencio me lo confirma. - antes de que Suguru los viera, comenzó a alejarse y a perderse entre la multitud.

- Hey, tú. - lo señaló con su arma. - ¿La has visto?

Chishiya negó, estaba de brazos cruzados.

- ¿Ah, no? - miró a los compañeros de la milicia que iban con él. - Estáis todo el rato juntos. Que raro que ahora no.

- No somos tan unidos como crees, cada uno tiene su espacio. - escondió una sonrisa de satisfacción al ver el cabreo reflejado en el rostro del contrario.

- ¿Te crees mejor que yo? - acercó su cara más a la suya. Shuntaro no retrocedió, quedó impasible sin quitar el contacto visual.

- No lo creo, lo soy. - hizo una pausa, muy común en él. - Ella es mi...

- ¿Qué? - escupió, con rabia.

- Amiga, supongo. - se encogió de hombros.

- Tu actitud me tiene harto, ¿Sabías?

- Me lo recuerdas todos los días, así que si.

- ¿Estás riéndote de mi? - movió el arma con fiereza. - No me tientes, que seas un miembro del consejo no significa que-

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