1.Peter Parker

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¿Por qué siempre sufrias por un chico? Era algo que no lograbas entender. A lo largo de tus diecisiete años te habían llamado la atención varios chicos, pero nunca fue correspondido. Y que a veces fueras objeto de burlas... era ya hasta normal.

¿Qué habia de raro en ti?

Nada.

Pero a la gente eso le daba exactamente igual.

Hace dos días llegaste nueva a la Ciudad de Nueva York, tus padres habían comprado un piso con dos habitaciones. No era muy grande ni lo mejor del mundo pero te conformaste. Que tuvieras buenas vistas desde tu ventana hacia que no fuera tan malo tu dormitorio.

No querías recordar el motivo porque el que os habiais mudado, ni siquiera querias hablar del antiguo sitio donde vivias.

- Cariño, ¿ya has sacado tus cosas de las cajas? - te preguntó tu padre mientras oías sus pasos que avanzaban hasta tu localización.

- ¡Sip! - exclamaste emocionada. Te encantaba ordenar tus pertenencias.

- La estantería es buena. - se apoyó de lado en el marco de tu puerta. - ¿Crees que quepan todos tus pop's?

Estabas de pie, más que nada porque en tu cama no había espacio para ti.

- Yo creo que sí. Solo tengo treinta seis.

- ¿Solo? - su tono era burlón.

Tú te limitaste a mirarle entre cerrando tus ojos.

- Mañana es tu primer día en el instituto nuevo. - la figura de tu madre apareció.

- ¿Nerviosa, cariño?

- Un poco papá. - miraste a otro lado. - ¿Podéis dejarme ordenar todo este desastre?

- Te va a llevar toda la tarde, lo sabes, ¿no?

- Perfectamente mamá. -le dedicaste una sonrisa y viste como se iban. - Bien, demos vida a esta sombría habitación. - reíste por tu comentario.

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A la mañana siguiente tu alarma sonó. La apagaste y gruñiste por lo bajo. Tus cabellos te dificultaban ver asi que con mala gana los apartastes. Te sentaste y te quedaste mirando a la nada.

- Tienes el desayuno listo. -escuchaste que te hablaba tu madre desde la cocina.

- ¡Voooy! -te pusiste tus pantuflas de gatitos y te lavaste. Te vestiste con una camiseta de manga corta que ponía "Assemble". No sabias porque te gustaba tanto cuando la compraste. Era una simple palabra sin sentido. O quizás no. Y unos vaqueros. El calzado era tu favorito, zapatillas deportivas.

Bajaste a desayunar, viste que tu padre ya se habia ido a trabajar. Comiste tus tostadas con mantequilla y bebiste un vaso de tu zumo favorito y fuiste a lavarte los dientes.

- No tardes tanto, hija. - saliste del cuarto de baño, cogiste tu mochila y tu móvil y viste como te esperaba impaciente en la puerta.  - ¿Ya? - asentiste.

En el viaje en coche no parabas de mover tu pierna derecha, síntoma de tus nervios.

- Todo irá bien. Aquello no volverá a pasar. - su voz tranquilizadora te sacó de tus pensamientos y la miraste.

Al llegar, abriste la puerta, dejaste un beso en su mejilla y cogiste tu mochila. Bajaste, cerraste la puerta y te despediste.

- Te quiero mamá.

- Y yo a ti, mi vida. Ten un buen primer día. - sonrió ligeramente y arrancó.

Te giraste, observando un gran edificio y un campo de deportes.

- Tú puedes __,tú puedes. - te repetias en voz baja una y otra vez mientras caminabas hasta la inmesa entrada, junto a más alumnos.

Tu mañana fue normal. El orientador te recibió y te dio tu horario y los libros que necesitabas, llevándote luego a tu primera clase.

Ahora tenías eduación física en un gran pabellón. Tu ropa cambió a un pantalón largo de deportes y una camisa más fresca.

- Tenéis juego libre. Intentad no coincidir con la otra clase, ya sabéis que no quiero problemas. - mencionó el profesor antes de irse a su departamento.

No sabías que hacer. Eras la única sin nadie con la que hablar o hacer algún deporte. No habias hablado con nadie que no fuera algún profesor, asi que te sentaste en la parte baja de las gradas, para observar.

Un balón pasó muy cerca de ti, tanto que casi te deja la cara aplastada. Diste un brinco del susto y te llevaste una mano al pecho.

- ¿Me lo devuelves, preciosa? - tenías los auriculares puestos asi que te quitaste uno. - ¿Me has oido?

- Sí. - respondes cortante. - Si quieres el balón ven tu a buscarlo, casi me dejas sin cara. - soltaste de pronto.

El te miró de arriba abajo y sonrió de lado.

- Está bien, como quieras. - avanzó hasta ti, pero otro chico llegó antes y cogió el balón. Impidiendo que el chico que parecia engreído se acercase a ti.

- Thompson, ten más cuidado. - te miró a los ojos. - Hola, debes de ser nueva. - te sonríe un poco. - Soy Peter, Peter Parker.

- ¿Me vas a lanzar el balón o qué? - su voz detonaba seriedad.

- Ah si, claro. - se lo lanza sin mirar dándole en el estómago pero no le da importancia, él solo se fija en ti.

- __ Sprouse. - respondiste perdida en su mirada. ¿Enserio te hablaba a ti?

- Hey, yo también quiero conocer a la nueva.  Hola -dijo de pie frente a ti. - Soy Ned. Es un placer conocerte. - sonríe amable.

- Lo mismo digo... - le dices tu nombre.

- ¿Quieres echar unas canastas? - te miró Parker.

- Claro, ¿por qué no?

"Claro, ¿por qué no?", fueron las palabras que te llevaron hasta hoy. Siendo la mejor amiga de Peter y Ned, compartiendo su enemistad con Flash y a veces la actitud de Mj. Hablabais todos los días y quedaban cada vez que podían. Le contaste el motivo de tu mudanza. En tu antiguo insti el chico que creias que te gustaba te acosaba y se burlaba de ti. Hizo tu vida un infierno, bueno, hasta que les conocistes a ellos. Eran tus guardaespaldas cuando algún chico te veía por los pasillos y te sonreía porque si, o si alguno se atrevía pedirte ir a cenar o al cine se tenían que enfrentar a tus amigos primero.

En las noticias se hacía más presente ese héroe enmascarado, Spider-man, lo idolatrabas, ¿qué por qué? El te salvó la vida, meses antes de irte de vacaciones a Europa con tu clase y tus amigos, y lo has admirado desde entonces. Más aún después de que te salvara en Londres de esos drones.

Pero a las pocas semanas de volver, Misterio reveló la identidad de tú héroe, que resultó ser tu mejor amigo, Peter Parker. A pesar de lo dolida que estabas por haber sido la última de sus amigos en enterarse, y encima por las noticias, se tomó el tiempo de explicarte lo que pasó con Misterio, y lo entendiste. ¿Cómo no lo harías? Era tú héroe y tu amigo.

No supiste como reaccionar cuando os contó lo que le dijo Strange, habían llegado más invasores de otra realidad.

Aunque poco importó tu huracán de emociones y tu adredalina, y lo mucho que le ayudabas. Ya que tras luchar esa gran batalla,ya no recordabas al risueño, friki y valiente Peter Parker. Tu vecino y amigo Spiderman.

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