21. Adrian Chase

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Christopher daba vueltas por su caravana murmurando cosas. Parecía estar pensando en voz alta. Su mejor amigo, Adrian, se encontraba sentado en la cama mirándole.

- ¿Pero no tendría que ser algo bueno? - preguntó el de gafas con su típica actitud y sonrisa.

Él paró en seco y se giró para verle. La sonrisa del de cabello negro no se borraba.

- ¿Bueno, dices? - Chase asintió. - ¿Es bueno descubrir que tú padre le puso los cuernos a tu madre y qué tuvo una hija con otra? Y se supone que es mi hermana, por si no te has enterado. - bufó molestó y apretó sus puños con fuerza.

- A ver... diciéndolo asi...

- No lo es, es una mierda Vigilante. - retomó la caminata por la zona.

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-Podemos ir contigo Chris. - comentó Adebayo a su rudo amigo.

Se hallaban en el sitio de siempre, su base de operaciones y descansos. El grupo entero estaba reunido.

- Iré solo. - dijo, firme.

- ¿Estás seguro? - la rubia lo miró a los ojos. - Podemos quedarnos fuera en la furgo, por si nos necesitas.

El fortachón lo meditó por unos segundos mirando las caras de sus amigos.

- Está bien, vosotros ganáis. Pero -los señaló con el dedo. - no hagáis ninguna tontería, ¿entendido?

- Entendido. - respondieron al unísono.

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- Es aquí. - bajaba del automóvil. - Bien... - se dijo a si mismo y se quedó quieto, moviendo los brazos, intentando armarse de valor.

- ¿Qué hace? - John miró al equipo extrañado.

- Ni idea, ya sabemos que es raro de cojones. - Harcourt se encogió de hombros.

Adrian le dio un empujón a su mejor amigo.

- Venga Pacificador, que esto no es nada comparado con nuestras misiones. Hasta Aguili quiere que vayas ya, joder. - comentó desesperado. El águila calva los miraba.

Respiró hondo y comenzó a dar varios pasos, al princio fue despacio y luego más rápido, hasta quedar delante de la gran puerta.

Vio el botón del timbre y levantó la mano para tocarlo. Su dedo ya estaba casi cerca. El brazo le temblaba.

Suspiró resignado y se giró para verles, que lo observaban con detenimiento.

- No puedo, ¿vale? - se le erizo el vello del cuerpo al sentir y escuchar que la puerta se abría a sus espaldas.

- ¿Quién eres? - respondió viendo su gran espalda. - ¿Y qué haces aquí?

Volteó despacio, mostrando una sonrisa un poco perturbadora. Ella alzó una ceja.

- ¿Estás bien, tío?

- Yo... esto... - Adrian se puso al lado de ambos. Desde hacía unos minutos veía al pibón de hermana que tenía su mejor amigo.

- Hola, soy Adrian. Y los de atrás somos amigos de él. -le dio una palmada en los pectorales. - ¿Podemos pasar? Solo quiere hablar contigo.

- No.

- ¿No?

- ¿Os conozco? - negó. - No vais a entrar a mi casa, no os jode.

Ellos abrieron los ojos como platos.

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