53. Los Dixon (2)

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- ¿¡Qué?! - gritó el hombre. - ¿Es una puta broma? - su semblante reflejaba furia y sus ojos una inmensa preocupación.

- ¿Por qué mierda iba a bromear con eso? - rodó sus ojos.

Erika caminaba desesperada de un lado a otro, frente a ambos.

- Pues entonces habrá que hacerle una señal a través de la ventana, habrá algún hueco que los putos muertos dejen para ver fuera. - comentó rápidamente Merle.

- Puede que no siga ahí. - dijo temerosa.

- ¿Qué? - la encara. - ¿Y por qué crees que se ha ido?

- Le di esa opción, mientras no me robara el coche, claro. - dio un paso atrás.

El ruido del motor de un vehículo los hizo ponerse alerta de inmediato.

- ¡No me jodas! Que hijo de pu - se quedó callada cuando el calvo fue a asomarse a la cristalera del taller.

- ¡No veo nada! - gritó, y eso solo provocó que los cadáveres andantes golpearan más el cristal con sus cuerpos, agrietando este.  - ¡Daryl!

Erika corrió hacía él y lo sujetó del brazo, teniendo que hacer muchísima fuerza para poder moverlo unos centímetros hacia atrás.

- Sigue así y tirarán el cristal abajo, seremos presas fáciles.

- la soltó bruscamente. - Mi hermano acaba de irse.

- Con el coche de mi hermana. - bufó. - Como se nota que sois familia, iguales de ladrones y capullos. - comentó entre dientes.

- ¿Cómo nos acabas de llamar? - se acercó amenazante pero el ruido del vidrio cayendo al suelo los asustó. Tuvieron que correr hacia donde sus motocicletas y Sheyla estaban para no ser devorados.

- Habrá una puerta trasera, ¿no?

- Debería. - respondió la castaña a su hermana menor.

Merle gruñó molesto, ya era hasta una costumbre en él, cogió su motocicleta y la arrastró lo más rápido que pudo en busca de una salida.

Las hermana hicieron lo mismo, solo que Sheyla era la única que no tenía una moto que llevar. Iba a la par que su hermana y los tres iban a pasos rápidos pues, los muertas los seguían y eran demasiados.

- No hay escapatoria, chicos. Habría que aceptar ya que vamos a ser comida de zombi.

Dixon la ignoró por completo mientras que su hermana de ojos verdes cristalinos la observó seria.

- ¿Qué? No me mires así, a mí no es que me haga ilusión que me saquen las tripas. - hablaba por el nerviosismo.

- Erika, ¿puedes decirle a tu hermana que cierre la puta boca?

No pasaron muchos minutos cuando hallaron la puerta que daba a la parte de atrás del edificio. Merle abrió teniendo la pistola en mano, firme, intentando hacer el mínimo ruido.

- ¿Quieres salir ya? Se están acercando.

- ¿Ahora eres tú la que molesta sin parar de hablar o qué? - Erika lo miró desafiante. - Te haces la ruda, me gusta. - se relamió el labio. Las dos pusieron cara de asco y salieron.

Cerraron tras salir y caminaron alerta, Merle les insistia en que se callaran, desde que la zona estuviera despejada las dejaría ahí tiradas a su suerte. Él solo queria encontrarse con su hermano menor, el resto les importaba una grandísima mierda.

Aunque esté no sabía que las chicas pensarían en quedarse, no porque confiaran en él o les cayera bien si no, porque, aunque no sabían la razón él y su hermano sabían cuidarse bien. Era notorio al ver sus formas de actuar y en qué tuvieran armas y supieran usarlas. Aunque no todas.

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