Cap 9/ Origen

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Unos tarareos provenientes de alguien que no podía ver, me hicieron que poco a poco abriera mis párpados con dificultad. Moví mi brazo izquierdo lentamente con tal de tocar mi rostro, para a la vez darme cuenta que me encontraba encima de un suave sillón junto con una manta esponjosa que me cubría y protegía del frío que estaba dominando por la epoca del año.

Me tape más con tal de sentir aquel confortante momento. Creo que ese golpe que me di me afectó demasiado. No quería levantarme de la cama, pero una suave y a la vez lírica voz me hizo recapacitar y dejar de lado esa corta y calmante ocasión.

—Vamos, levántate del sillón —dijo una misteriosa mujer, la cual parecía estar cocinando algo.

Volví a la tierra y levante todo mi tronco para poder visualizar de mejor manera el panorama. Un cuarto algo espacioso con una pequeña cocina integreda fue lo primero que vi. Volteé hacia donde provenía la voz para encontrarme a una bella chica la cual me miraba con curiosidad y con una sonrisa en su rostro.

—Eh, ¿donde estoy? —pregunté algo confundido y alarmado.

—En un lugar seguro. Tranquilo. No te haré daño —respondió, para luego volver a concentrarse en el sartén de la cocina de gas.

—¿Como sabría eso? —Me levanté listo por si algo sucedía.

—¿No crees que te hubiera hecho daño ya? Vamos, niño, estuviste inconsciente por casi una hora. Ese golpe que te diste no fue leve —habló la mujer de pelo castaño.

Dejé de estar en posición de combate, pero no bajé la guardia. Aún no me podía fiar de ella.

—Oh, pero que falta de respeto —Dejó de hacer lo que estaba haciendo para luego ordenarse su largo y bello pelo castaño—. Espero que se haya levantado con buenos ánimos, Patrón.

Procedió a hacer una leve reverencia. No sabía que decir con exactitud, ya que nunca me había pasado eso de levantarme en el sillón de una desconocida.

—¿Cómo te llamas? —Fue lo que pregunté.

Sin mirarme a los ojos, la chica produjo una leve risa y luego se volteó a la sartén. Unos huevos fritos junto unos tocinos fueron servidos en un plato llano. La chica se me acercó y colocó el aperitivo en la pequeña mesa que la sala tenía.

—Come, cariño, te vendrá bien —dijo la chica giñandome el ojo.

No parecía tener más de 20 años. 

—Eh, gracias, pero no tengo hambre —hablé.

La chica hizo un puchero obviamente fingido, para luego sentarse en el sillón donde me encontraba para, al parecer, entablar una conversación. Cruzó sus piernas de manera provocativa y no dejó de mirarme.

—Aún no me dices quien eres.

—¿Es necesario decírtelo?

—Sí, obvio. Si no me lo dices, no podré hablar más a fondo contigo —mencioné, a lo que la chica rodó los ojos algo cansada.

Se paró y se acercó a mí lo suficientemente cerca para tener que inclinarme un poco hacia atrás, ya que sentía como nuestros rostros rozaban.

—¿Los chicos son igual de curiosos y testarudos, verdad? —preguntó curiosa y con una sonrisa coqueta.

—No lo sé, pero parece que quieres averiguarlo... —dije poniéndome a la defensiva.

La chica, al ver que no me iba a dejar seducir tan fácil, se apartó y dio vueltas por la sala.

—¿Donde estoy? —inquirí. 

—Se podría decir que...¿En mi refugio? —Me miró otra vez con cierta inseguridad.

In Another World | Delsin RoweDonde viven las historias. Descúbrelo ahora