17

32 6 5
                                    

San acababa de entrar a la secundaria y sinceramente no esperaba que la vida lo tratara mejor de lo que había vivido en la primaria, principalmente, porque era alguien retraído y que no le gustaba relacionarse con personas, dado que su personalidad honesta solía meterlo a él y a los demás en problemas.

De esa manera es como termino siendo un total desadaptado social, por lo que ingresar a un nuevo ambiente escolar no lo hacía sentirse cómodo, tanto que pensaba no asistir más a ninguna institución educativa y tomar las clases de manera virtual, sin embargo, sus padres tenían otra idea y sin que él pudiera hacer algo, fue obligado a continuar sus estudios de manera presencial.

Y ahí se encontraba, en su nuevo salón, sentado en la última banca, de la última fila al lado de la ventana, con lo que solía entretenerse para mantenerse alejado de sus ruidosos compañeros de clases, y así, de esa manera pasaron dos semanas en los que no había ningún cambio en particular, sus exámenes salían excelentes como se debía de esperar de alguien que solo se la pasaba leyendo en los periodos libres y sin aminos de relacionarse con los demás, por tanto, ninguno de sus compañeros intentaba acercarse a el-

Era como un pacto mutuo, él no los molestaba a ellos y ellos simplemente fingían que no existía, incluso cuando tenían que trabajar en equipo, lo acoplaban de vez en cuando porque sabían que era inteligente, pero una vez acabada la actividad, nadie se acordaba de volver a hablar con él.

Y quizás su vida escolar de secundaria hubiera sido así hasta terminarla, sino fuera, porque, uno de los tantos días que se saltaba la clase de educación física, se quedo en el salón en lugar de ir a la enfermería, tuvo la oportunidad de conocer a quien sería su mejor amigo.

En cuanto se quedó solo soltó un suspiro, esa hora le resultaría reconfortante, el silencio del aula junto con los pocos sonidos que se escuchaban del exterior era una canción de cuna que le hacía sentirse feliz y empezaba a asomarse una sonrisa en sus labios cuando alguien abrió la puerta de la habitación bruscamente, interrumpiendo su momento de felicidad.

Instintivamente su mirada se posó en él recién llegado, lo primero que noto fue que su cabello era más largo de lo que permitía el reglamento escolar y que le llegaba a la cara, además sonreía de oreja a oreja como si estuviera complacido con su entrada triunfal, escaneo el lugar y fue hacia uno de los mesabancos que nunca habían tenido dueño, dejo su mochila y estiro los brazos cielo.

- ¡QUE BIEN SE SIENTE REGRESAR! -exclamo con una gran sonrisa en su rostro antes de relajar su cuello y fue cuando se dio cuenta de que no era el único en el aula- ¡Oh! Lo siento, no me di cuenta de que estabas aquí- se encogió de hombros - Es hora de la clase de Educación Física, ¿verdad?

Jiyong no había visto a ese sujeto antes, si, quizá no le prestaba mucha atención a sus compañeros de grupo, pero tenía memoria fotográfica y podía identificar todos los rostros del salón sin problemas, así que sabía que aquel era un desconocido, sin embargo, asintió con la cabeza a la pregunta, y que sus padres le insistían en ser educado.

San pudo notar rápidamente que ese sujeto era su total opuesto y que no tardaría en llevarse bien con el resto de la clase, ese chico era todo lo que él no podía ser, y no es porque no quisiera, sino porque le daba miedo que las personas lo lastimaran al dejarlas entrar a su vida.

Él tiene un brillo que jamás tendrás, San...

Hong observo a su nuevo compañero de clases, por la mirada que tenía noto inmediatamente que le incomodaba estar cerca de él, era evidente que solía excluirse de la gente, no obstante, no contaba con estar en el mismo salón que él, así que eso tendría que cambiar.

- Oh, por cierto, mi nombre es Kim Hong Joong - le sonrió amablemente posando sus manos en los hombros otro - Pero mis amigos me llaman Hong ¿Y tú cómo te llamas?

Fever LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora