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El día siguiente llego sin más complicaciones, San despertó sobresaltado al no reconocer la habitación en la que estaba, sin embargo, poco a poco recordó que se había quedado a dormir en el departamento de Hong, por lo que soltó un suspiro de alivio y se levantó rápidamente en busca de su amigo.

Al llegar a la sala lo encontró dormido en posición fetal en el sillón, al verlo de esa manera, no puedo evitar sentir una punzada de dolor, porque él sabía que no era el único que estaba sufrimiento por dentro, sino que también su amigo tenía su propia dosis de dolor que ocultaba con tal de ayudarlo.

Tendría que haber una forma de recompensarlo, porque no existía forma alguna de que Hong Jong dejara que nadie sintiera lastima por él y menos que lo compensaran, por tanto, un premio bien merecido por ser su apoyo incondicional y su increíble amistad sería sin duda recibido por él.

Con cuidado lo despertó, Hong abrió los ojos y le arrojo un cojín a San, quien se rio por el gesto, sin embargo, no dejo de picarle con el dedo las costillas hasta que el otro lanzo un gruñido y se levantó, ya que tenía muy presente que era día de escuela y no podía desperdiciar más tiempo durmiendo.

Después de bañarse, los dos desayunaron un enorme tazón de cereal, ya que ninguno tenía ánimos para cocinar, y una vez terminaron fueron rumbo a la casa de Hwa para recogerlo, ya que por su titulo de hada blanca, era muy normal que algunos chicos o chicas trataran de acorralarlo durante el trayecto a la escuela para pedirle favores.

Hwa los esperaba sentado frente a los escalones de su casa, al verlo se puso de pie rápidamente, ambos notaron que no llevaba su mochila, sin embargo, no le quisieron cuestionar acerca de ello, ya que se imaginaban que algo sucedió en la rueda de la fortuna cuando estuvo a solas con Yeo Sang, aunque tampoco lo obligarían a hablar sobre ello, por lo que sin perder mas tiempo comenzaron a caminar hacia la parada del autobús.

Aquella rutina diaria, tranquilizo a San y a Hong, a pesar de que tenían aun presente los acontecimientos de la noche anterior, el ver que las cosas no cambiaban y que seguían paso a paso en su vida cotidiana, hacía que sus corazones comenzaran a alivianarse y disfrutaran de la compañía de sus amigos.

Así llegaron a la escuela sin muchos inconvenientes, Hwa le dio un súper abrazo a San, porque lo notaba más callado de lo normal, pero su amigo intento quitárselo de encima, a lo que él puso más insistencia y al final San termino siendo el caballo personal de su amigo.

- ¡Más rápido! - exclamó él abrazándolo fuertemente del cuello, mientras que el colocaba sus manos en sus muslos para evitar tirarlo - ¡Arre, Sanshine! - dijo él riendo alegremente.

Hong estaba sonriendo, realmente adoraba a Hwa, aunque admitía que al principio no estaba muy seguro de que, si el chico pudiera sobrevivir a las amarguras de los dos, sin embargo, había demostrado un buen acoplamiento y, sobre todo, él podía animarlos en menos de dos segundos si se lo proponía, y eso era precisamente lo que hacía en ese momento.

San trataba con todas sus fuerzas no reírse, aquella escena debía ser verdaderamente ridícula si hacía que el príncipe del hielo no dejara de sonreír, sin embargo, por ser quien era, mantenía una expresión de disconformidad mientras avanzaban hacia su aula y los demás estudiantes los miraban con una mezcla de incredulidad y burla.

- No les hagas caso, Sanie - le susurro Hwa al odio - Ellos no tienen idea de lo maravilloso que es tener amigos inigualables e inseparables como nosotros...

Ante eso San no podía argumentar, verdaderamente estaba de acuerdo con su amigo, la mayoría de las personas no sabe cómo apreciar a sus amistades, piensan que ellas estarán atadas incondicionalmente a sus vidas, sin embargo, la realidad es otra, puesto que toda relación es efímera y pueda romperse con facilidad si no se le sabe cosechar adecuadamente.

Fever LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora