Cristal Feldespato

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Minjeong cae por la puerta y pregunta a papá dónde está su cuarto. No lo mira, tampoco vuelve cuando él regresa de escoltarla a la seguridad. Hoy comienza nuestra primera semana con papá, el domingo después del cumpleaños en Halloween de papá.

La música de un piano circula y las risitas nerviosas se oscurecen como nubes grises acometiendo en una lluvia de primavera.

Dejo mi bolsa en la puerta y sigo a papá por la arqueada entrada hacia el comedor, donde la mesa está dispuesta con mermeladas, sirope de arce y una pila de delgados y aplanados waffles que asemejan las rocas de panqueques en South Island.

—Tus favoritos —dice él, restregando sus manos como lo hacía cuando era un niño. No estoy a punto de gritar Yupii y arremeter por el primer waffle, pero su afán ilumina la pesadez en mi abdomen. Me siento en frente de él y doy un vistazo hacia las puertas del patio. Afuera, la oscuridad se arremolina como una tormenta cervecera. —Jinsoul bajará en cualquier momento.

Asiento y llevo mi mano a mi bolsillo, donde estoy escondiendo un cristal feldespato que mamá me regaló esta mañana. ¿Puede prever mi futuro? ¿Por qué no me dio este cristal antes?

Froto la gema y miro la entrada a un lado de la cocina, esperando a que aparezca Jinsoul. Jinsoul, el amor de la vida de papá. Jinsoul, la que desgarró mi familia.

Por un segundo pienso en agacharme bajo la mesa y esconderme, pero no puedo evitarla por siempre. En cambio, cuento los platos. Se ve que Jinsoul no será la única que se nos unirá...

Idiota.

Él baila contoneándose dentro de la habitación, sonriéndole a papá. Cuando me ve, sus pasos vacilan, pero rápidamente recupera el control. Me da un apresurado asentimiento antes de que se enfoque en la mesa. Los platos, la mermelada, los waffles, el florero de rosas, los mantelitos.

¿Va a jugar este juego así? ¿Evitándome? ¿Pretendiendo que nada pasó en Halloween?

—Luce de-li-cio-so —dice Yeonjun, sobrepasándome rápidamente para llegar a papá. —Pero no estoy hambriento, ¿así que puedo...?

Papá estrecha sus ojos en la familiar mirada "quédate justo donde estás".

El viento arruga la ropa de Yeonjun; él se hunde en su asiento y picotea el cojín.

—Quiero que esta sea una mañana civilizada —dice papá, vertiendo una botella de jugo de naranja. Continúa tranquilamente—: Se bueno con Jinsoul, por favor.

Como si sus palabras comenzaran una cuenta atrás, Jinsoul se mete por la puerta ni diez segundos después.

Fantasmal. No tan amplia en los hombros y no tan alta, pero el oscuro cabello marrón es de él y los ojos azules y la recta nariz que apunta ligeramente hacia arriba al final. Se ve como si pudiera ser la gemela de Yeonjun.

Sonríe con la sonrisa de Yeonjun.

—Beomgyu —dice —Estoy tan contenta de que estés aquí. —Besa mi mejilla y agita mi cabello. Huele como popurrí.

Papá da un respingo y sostiene su aliento. No quiero decir nada lindo o pretender que estoy feliz con esta situación, pero Yeonjun está mirándome, e incluso después de lo que me hizo en Halloween, no puedo simplemente gruñir y actuar como un caprichoso de trece años.

—Sí —digo, aclarando mi garganta. —Gracias por los waffles. Son mis favoritos.

Papá me pasa la réplica de la roca de panqueques, una orgullosa sonrisa en su rostro. Por esa mirada, mi elección de tragarme mi enojo está valiendo el esfuerzo.

El resto del desayuno implica a Jinsoul asestándome preguntas y papá compartiendo vergonzosas historias. Yeonjun escucha silenciosamente, arrugando la frente hacia mí cada pocos segundos. Cuando todos terminamos de comer, Jinsoul comienza a limpiar con Yeonjun. Otra vez, estoy pasmado con su parecido.

Papá chasquea sus dedos en frente de mis ojos y me concentro en lo que está diciendo.

—¿Debo mostrarte tu cuarto?

Me conduce a una escalera de balaustrado blanco que se divide en dos direcciones. Tomamos el desvió a la derecha.

—Jinsoul y yo estamos en el otro final de la casa —dice —Ustedes tienen un baño al fondo de este lado y un balcón. —Se retrasa mientras pasamos el primer cuarto. Una sombra cae por su rostro —Este es el cuarto de Minjeong —susurra.

Pasamos un baño opuesto al cuarto de mi hermana y un cuarto de juegos de azar con un sillón, instrumentos de percusión y estantes de música. Una versión más pequeña de la mesa del comedor rellena la esquina del cuarto pasando por alto el patio trasero. Papá gesticula hacia él.

—Allí es donde Yeonjun practica el piano y hace su tarea, pero tienes un escritorio en tu cuarto si lo prefieres.

—Se ve completamente diferente que dos noches atrás. —Miro por el pasillo hacia la siguiente puerta. —Déjame adivinar, el armario de las escobas. —Golpeteo, pero no es una suposición. Lo sé. También sé que no tiene una manija en el interior.

Me apuro en pasarla. Tres puertas están a mi izquierda pero una de ellas es la puerta del balcón. Las otras dos se enfrentan entre sí, con unos pocos pies de alfombra crema separándolas.

—Tu cuarto y el de Yeonjun.

Por supuesto.

Papá apuntala la manija en la puerta hacia la izquierda.

—Este es tu espacio, Beomgyu. Puedes decorarlo como te guste. —Se detiene, mirando hacia el cuarto de Minjeong. —Siempre serán bienvenidos aquí. Espero que también consideren esta como su casa.

Inhalo cuando abre la puerta.

Una cama doble con un edredón azul me enfrenta. Un escritorio descansa por la ventana con algunos cajones con un espejo encima. Las paredes están cubiertas con agujeros cuadrados con un par de centímetros de profundidad. Están vacíos, excepto por siete.

Reconozco las piedras dentro de ellos. Son las que deje detrás cuando escape la primera vez.

—Gra-gracias, papá. —Él palmea mi hombro.

—Hay un puerto para tu iPod por la cama.

Quiero abrazarlo. Quiero girar y estrujarlo como si fuera pequeño otra vez, pero le doy un asentimiento en cambio.

—Correcto —dice —Te dejaré instalarte. —Se va, pero es lento, como si fuera reticente a despedirse en caso de que me encierre en mi cuarto como Minjeong hace.

—Bajaré pronto —digo, pero mi volumen disminuye cuando descubro a Yeonjun arrastrando los pies hacia la sala. Él no me ve. ¡Já! Un punto para mí. Mira hacia el cuarto de escobas y agacha su cabeza el resto del camino hacia su habitación. Me recuesto contra el umbral.

Suspira, abre su puerta y me enfrenta. Abro mi boca para decir algo, pero no sé qué decir. Él descansa contra su marco de la puerta y dobla los brazos.

—Fue algo insensato lo que hice. —Levanta su mirada hacia mí. —Lo siento.

—Dije que estamos a mano.

Cierro la puerta y colapso en mi cama. Una llamarada brillante de luces anaranjadas destella a través del techo, me recuerda a la citrina y Halloween. Los primeros sonidos de rayos estallan en el cielo. Tiritando, me arrastro bajo mis mantas y me pregunto cuándo terminará la tormenta.

𝕽𝖔𝖈𝖐 𖤐「 𝖄𝖊𝖔𝖓𝖌𝖞𝖚」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora